martes, 16 de abril de 2024

Rosas degolladas

 


Leyendo hoy la edición digital del diario santanderino Alerta, recuerdo cuando cada semana me enviaba mi abuelo desde la capital cántabra un suplemento infantil que se llamaba “Chispa”, que comenzó a editarse en el diario Levante entre los años 1953-1963, bajo la dirección artística de Vicente Ramos. Con el tiempo, y con diferentes nombres de cabecera se fue editando en otros 14 diarios de la entonces llamada Cadena del Movimiento. Tenía formato tabloide y en él aparecían viñetas de diversos personajes, todos muy divertidos. Pese a haber pasado mucho tiempo, recuerdo ciertas viñetas y algunos personaje, todos ellos a dos tintas: negra y roja: Gummo; Filiberto y su perro; Viking, hijo del mar; Chispa; Sally; Haciendo el indio; Gaspar; Aventuras de Colilla y su pato Banderilla; El profesor Melonera, sabio de mucha mollera; Pedrito y el lobo; Altavoz de amenidades; Policía Montada del Canadá; El cajón de don Tadeo… De todo aquel material no conservo nada, y bien que me pesa. Me pasó algo parecido con TBO, Trampolín y Pulgarcito. Sólo conservo viñetas del suplemento infantil “Gente menuda”, de la revista Blanco y Negro, gracias a que mis abuelos se los encuadernaron a mi madre siendo ésta niña, y que hoy no me desprendería de esos tomos por nada del mundo. Por cierto, había una sección donde los niños podían mandar dibujos a la revista para ser publicados en la sección “Página de los lectores”, siendo necesario  para su publicación incluir el envío de “seis cupones” y estar hechos con tinta china negra. El tomo correspondiente a 1936 es mucho más estrecho. Terminó poco antes del inicio de la guerra civil. Durante algunas semanas se fue publicando un cuento: “Caperucita Roja”, pero Prensa Española, a mi entender con gran acierto, optó por llamarlo “Caperucita Encarnada”. No estaban los tiempos para andarse con tonterías cuando en las salas de banderas de los cuarteles ya se percibían ruido de sables. En aquel magro libro, también en los otros que conservo, aparecieron semanalmente dibujos de los niños Antonio Mingote, que envió un automóvil deportivo; Esther Lacadena, plasmando una niña; Enrique Lacadena, que dibujo un cerdito;  Aurelia Peña, de Ateca, que representó un paisaje rural; Ramón Sainz de Varanda, que envió una carabela; Rogelio Cobos, de Mallén, con el dibujo de una cara de niño con un pitillo en la boca; etcétera. Los recuerdos se tornan de color sepia, como los sueños infantiles.

 

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