viernes, 12 de abril de 2024

La tragedia de la vida

 


Hace ahora poco más de un siglo de que Ortega escribiese el ensayo “Tiempo, distancia y forma en el arte de Proust”. En aquel trabajo, Ortega contaba lo siguiente: “Hace años solía acudir a la biblioteca de san Isidro un pobre jorobado de tan corta estatura que no alcanzaba bien al pupitre. Invariablemente se acercaba al bibliotecario de turno y le pedía un diccionario. ‘Cuál quiere usted –preguntaba solícito el empleado-. ¿Latino, francés, inglés?’. Y el pequeño jorobado respondía: ‘Mire usted, cualquiera, porque es para sentarme encima’.” A mí me sucede algo parecido cuando el quiosquero me pregunta qué diario deseo. “Cualquiera”, le respondo con una cierta indiferencia. Hace tiempo que dejé de comprar diarios de papel, salvo cuando tengo que limpiar cristales. Muchos pintores plasmaron sobre lienzos trenes, pueblos o paisajes cuando solo eran pretextos. Lo que deseaban era la perspectiva, el cromatismo o un vano intento de retener la realidad en unos colores.  Al pobre jorobado tampoco le interesaban los diccionarios como algo didáctico sino como remedio necesario por su carencia física sobrevenida. Los libros de consulta están en las estanterías para ser consultados y la prensa escrita se supone que sirve para dar información al lector de aquello que acontece en el mundo. Pero el entusiasmo visual de la letra impresa se disipa cuando aparecen unos artículos de opinión siempre redundantes, con tópicos soporíferos y de nulo interés. El lápiz quebrado en un vaso de agua es un fenómeno óptico que se llama refracción. Pero intentar desvirtuar la realidad por cuestiones ideológicas para crear opinión o para adoctrinar resulta patético e irritante. Hay periodistas que intentan ahora hacer creer al lector que la guerra en Europa será inevitable desde el momento de que se habla más de rearme que de diplomacia (logos). Sánchez, enganchado a esa idea, y velando por los intereses de no sabemos quién, propugna que la UE eleve su inversión en defensa armamentística por el miedo a Putin, que ya parece transformado en el hombre del saco. También lo entiende así Josep Borrell con respecto a las inversiones en Defensa, que pueden hacerse posibles –señala- con la emisión de bonos europeos. Para ese alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad,”lo exige la coyuntura”. ¡Chupa del frasco! La máxima del Derecho Romano, "quo prodis", sigue presente. Se da la paradoja de que el Gobierno de España desea comprar armas de defensa cuando hay datos de que este país ganó casi 2.000 millones de euros por exportaciones en seis meses durante 2022, y que gran parte de esas ventas fueron con destino a Israel. Por otro lado, no olvidemos que el peso del lobby de la venta de armas en Estados Unidos (aliado de la OTAN) es muy importante (19.5 mil millones de dólares en 2022). Por esa razón, también por otras muchas, somos conocedores de a quién benefician los conflictos armados. Dejó dicho Eráclito 500 años a.C. que “vivimos la muerte de otros y morimos la vida ajena”. Es la tragedia de la vida.

 

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