martes, 2 de abril de 2024

Concordia y discordia

 



Ramón Pérez-Maura
, en El Debate, en referencia a la Ley de Memoria Democrática, hace una exaltación de las pretensiones de los gobiernos regionales donde Vox lleva la voz cantante (Aragón, Castilla y León y Comunidad Valenciana) de pretender transformarla en una nueva “ley de la Concordia”. Y hace referencia a lo que él llama “tiranía de la mentira, que no puede aceptar que se otorgue el mismo régimen de protección y de reconocimiento a las víctimas de la II República y del terrorismo”, para seguidamente señalar que [para la izquierda] “siempre habrá muertos de primera y de segunda. Unos asesinados que lo merecían y otros que no”. Sostiene Pérez- Maura que la Ley de Memoria Democrática “es la antítesis de la concordia que buscó Adolfo Suárez Illana en la legislatura pasada y que Pablo Casado no le permitió presentar”. Pero ¿quién es Suárez Illana? Un tipo aficionado a la caza y al toreo, que estudió de niño en un colegio del Opus Dei de Pozuelo de Alarcón, que pretendió ser militar, que fue militante de CDS (el partido fundado por su padre), que estudió Derecho en la Universidad CEU San Pablo, que durante un tiempo trabajó en Banesto y que se casó con la hija del ganadero Samuel Flores. Sí, hombre, seguro que recuerdan a un diputado del PP y secretario cuarto de la Mesa del Congreso que miraba para otro lado cuando estaba en el uso de la palabra en la tribuna de oradores alguien que no le gustaba, de la izquierda por supuesto. Había sido colocado por Casado en el número dos de las listas por Madrid. El mismo que se presentó a la Junta de Castilla-La Mancha por Albacete, que pretendió  ser presidente de esa Comunidad y que fue fagocitado por José Bono con la facilidad de la ballena que se tragó a Jonás y lo vomitó en Nínive. Dijo Rubén Amón que “Suárez Illana vivió el dolor y la gloria de ser el número dos de una breve dinastía”. Hasta llegó a tener carné de torero aunque nunca tomó la alternativa. En 2007 lidió un manso novillo de la ganadería de su suegro en Espartinas y fue indultado. Suárez Illana  siempre llevó el estoque clavado en el hoyo de las agujas de no haber sido el segundo duque de Suárez porque ese título nobiliario le correspondía  con mejor derecho a su sobrina Alejandra Romero, pese a los intentos de éste de que no fuese ella quien se quedara con ese honor. Hubo rebotes familiares. Es sabido que el día que se unió Alejandra con Pedro Armas en una boda con más de setecientos invitados y la realeza incluida, ningún familiar por la parte materna asistió al convite. Tal vez salieron tarifando con el recuerdo de otra boda, la de 1992, cuando Sonsoles Suárez contrajo matrimonio con el excéntrico e ilustre juerguista Pocholo Martínez Bordiu, hijo mayor de los barones de Gotor, sobrino de los marqueses de Villaverde y emparentado con el Papa Luna, en el Monasterio de Piedra. Se separaron dos años más tarde. En resumidas cuentas, la Ley de la Concordia que pretende crear la derecha es un modo de intentar blanquear el franquismo, donde se pretende omitir el genocidio premeditado ejercido por los golpistas desde 1936 para exterminar sistemáticamente a una parte de la población. La tiranía de la mentira es pretender ocultar los cadáveres en las cunetas y los barrancos y un sufrimiento difícil de manejar que duró demasiado tiempo. La verdadera antítesis de la concordia la usó el golpista Franco durante casi cuarenta años a beneficio de inventario, con la ayuda de una Iglesia católica que recuperaba músculo y de unos pseudo intelectuales que tuvieron como misión primordial depurar docentes.

 

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