martes, 9 de abril de 2024

Lo aragonés profundo

 

 

Cae en mis manos un librito de 118 páginas, “Apelatibos, faltadas y finezas barias” (sic) escrito por Antón-Chuse Gil, ilustrado con dibujos de Azagra y editado por Fundación Iniciativa Aragonesa. Está dedicado “a cuantos apoyan el trasvase del Ebro y en especial a los diputados y senadores del Partido Popular, Coalición Canaria y Convergencia i Unió que votaron a favor del Plan Hidrológico Nacional”, algo que aconteció en 2001, año de la publicación del libro. Consta de una introducción, una recopilación de expresiones despectivas aragonesas, y un apéndice que informa de los motes con los que se conoce a los habitantes de gran parte de los municipios que conforman nuestro territorio. Su autor, en la introducción, señala que en noviembre de 1996 hubo en Teruel un curso de lengua aragonesa. El autor, asistente, esbozó en una hoja alrededor de doscientos insultos, los que recordaba en ese momento, que fue entresacando de unas notas que tenía para tratar de confeccionar su libro “Léxico aragonés de Sos”. La lista de aquellas expresiones despectivas se fue agrandando con aportaciones de sus alumnos y de diversos amigos. En el texto aparecen expresiones tales como alequis, referido a tonto;  baloquero, a fanfarrón; corribandero, a amigo de callejear; esguitarrau, a estar achacoso; galupán, a mujeriego, etcétera. Y en los motes de los pueblos señala que llaman a los de Agüero, caracoleros; a los de Calatayud, cazuelos; a los de Caspe, cagones; a los de Barrachina, modorros, etcétera. Un librito publicado en 2001 que, a mi entender, a ningún lector dejará indiferente.

 

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