jueves, 9 de agosto de 2018

Llora mi nena



Sánchez trata de tranquilizar a la Banca y de apaciguar a los fascistas. A los de la Banca les señala que su impuesto no es inminente. A los fascistas, que la exhumación de Franco puede esperar. Y en esas estamos, entre póngase bien y estese quieta. Ahora la controversia de Manuela Carmena viene dada en si conviene o no quitar el luminoso de Schweppes en el madrileño Edificio Carrión, que lleva alegrando la vista nocturna de los viandantes de la plaza de Callao desde 1972. Y en Aragón, Santisteve acusa a Lambán de forzar el recurso de inconstitucionalidad de Sánchez contra el artículo  14.1 de la ley de Capitalidad. Este embrollo me recuerda la letra de “Llora mi nena”, aquella canción de Elíades Ochoa: “Enrique aconsejador, Torres me quiere dejar. Yo metida en la sabana por culpa de otra mujer, Torres me quiere dejar. Llora mi nena, ay, llora mi nena…”. En Huesca pegan el chupinazo del comienzo de las fiestas de san Lorenzo y Calatayud se prepara para las de san Roque, mientras el granizo y las tormentas destruyen cosechas en el Bajo Aragón. Y en Zaragoza hallan a tres hombres y a una mujer muertos en sus respectivas viviendas desde hacía varios días. Vivían solos. La soledad en los ancianos es algo difícil de explicar por lo que tiene de patético. De ella, de la soledad, se ha hecho hasta religión. Y ya que escribo sobre la soledad (en general) y san Lorenzo (en Huesca), haré referencia a la Soledad de San Lorenzo, que es una  cofradía fundada en Sevilla en 1575 y tiene un nombre mucho más largo: Pontificia y Real Hermandad Sacramental de Nuestra  Señora de Roca-Amador, Ánimas Benditas, Beato Marcelo Espínola y Primitiva Cofradía de Nazarenos de María Santísima en su Soledad. La imagen es obra  anónima atribuida a Velardi. Se cuenta que es la Dolorosa más antigua que procesiona sin música. En la parroquia de San Lorenzo, calle Conde de Barajas (antigua calle ancha de san Lorenzo), se casó el pintor Pepe Domínguez Inchausti el 26 de febrero de1827 con Joaquina Bastida Vargas y allí bautizó a sus ocho hijos, todos varones. San Lorenzo hace esquina con la basílica menor de Jesús del Gran Poder. Mediado agosto, los montes empiezan a arder. El pirómano de turno se cree “reina por un día”. ¿Alguien se acuerda hoy de Mario Cabré?

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