La puesta de largo
El diario monárquico ABC ya adelanta la futura puesta de
largo de la hija primogénita de Jaime Marichalar
y Elena de Borbón prevista para el 8 de noviembre, día de la Almudena, patrona de Madrid. Ya se
pueden imaginar: vestidos largos, esmóquines, invitados pijos y fotos retocadas
para las revistas de papel couché.
Yo, insensato de mí, pensaba que esas cosas ya habían pasado de moda, que
España no era precisamente la Baviera de Luis
II ni la Viena de Francisco José,
y que nuestros problemas cotidianos, como el paro, la llegada de migrantes, la
burbuja de los alquileres, el difícil manejo de una oligarquía de partidos, el
poder llegar a fin de mes sin excesivos agobios, etcétera, opacaban tanta simpleza.
Hay prioridades. Nuestra pretensión, si acaso, se reduce a poder dejar atrás
una democracia de baja intensidad donde la corrupción política, también la
académica, alcanzan límites insospechados e intolerables. La Monarquía proveniente
de la Segunda Restauración Borbónica
por deseo de expreso de Franco
cumple desde hace cuarenta años un papel para muchos discutible. Las puestas de
largo (como las milongas cantadas por Francisco
Canaro, el gasógeno, o el linimento del tío del bigote) son tan vetustas como
los brindis con gaseosa de sobre en copa “Pompadour”.
El glamur, ese encanto natural que
fascina, nunca puede hallarse entre los personajillos de “El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo” en aquella película de Santiago Segura. Señala el diario de Vocento que “Victoria,
que pasó dos años en un internado británico y ahora acaba de terminar segundo
de bachillerato en el colegio St.
George’s de La Moraleja (Madrid), siempre ha sido una hija obediente y
formal, en contraste con su hermano, Felipe, que protagonizaba todas las travesuras y ocurrencias de la
familia. De su abuelo Don Juan Carlos,
heredó la afición a los toros; de su tía abuela, la Infanta Doña Margarita, la afición al piano, y
de su madre la atracción por la hípica”. Su hermano Felipe es ese mozalbete al que hasta hace poco todos conocíamos
como Froilán, cuarto en la línea de
sucesión al trono, con tratamiento de “excelencia” y dignidad de “Grande de
España”, sin olvidar que es caballero divisero hijodalgo del Ilustre Solar de
Tejada. Anda, espabila, Favila, que
viene el oso
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