lunes, 6 de agosto de 2018

Verde y con asas



Parece ser que Magdalena Valerio está dispuesta a desenmascarar a los falsos autónomos. En un editorial, El Periódico de Aragón señala que “si hasta antes de la crisis este tipo de relación laboral se daba sobre todo en profesiones poco cualificadas (por ejemplo, en el sector de la construcción), ahora se extiende por profesiones liberales y en el mundo de la medicina e incluso de la investigación. El modelo de recuperación low cost por el que ha apostado España para salir de la crisis mediante la reforma laboral que introdujo el PP tiene como consecuencia que hoy se estime que hay en el país 200.000 falsos autónomos, lo cual supone un coste a la Seguridad Social de unos 290 millones anuales de euros”. Parece evidente que lo más fácil para un empresario es dar trabajo a individuos que se pagan sus cuotas a la Seguridad Social. De ese modo se ahorran las cuotas que las sociedades deben sastisfacer por los siguientes conceptos: por contingencias comunes el 23’60% de la base de cotización; por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, un porcentaje variable según la actividad empresarial; por horas extraordinarias el 12% en las de fuerza mayor  el 23’60% el resto; por desempleo, en el caso de contratos indefinidos el porcentaje es del 5,50%, en los contratos temporales a tiempo completo es el 6,70% y si es a tiempo parcial el 7,70%;  por FOGASA, el 0’20% y por formación profesional el 0’60%. Los autónomos cotizan por el 26,50% de su base si no tienen incluida la IT y el 29,80% si la incluyen. La base para accidentes de trabajo y enfermedades profesionales se fija en los Presupuestos Generales del Estado, al igual que las bases mínimas y máximas a aplicar. La Inspección de Trabajo, si pretende ser rigurosa, deberá visitar muchas empresas (en su mayoría pymes), levantar muchas actas e imponer muchas multas. Termino señalando lo que indica el editorial: “No debería ser tan difícil de discernir: si los horarios los marca la empresa, el trabajo se lleva a cabo en sus instalaciones y con su material, en la gran mayoría de los casos se trata de un trabajador por cuenta ajena. La trampa no solo tiene consecuencias sobre los trabajadores, sino que contribuye a uno de los principales problemas del mercado laboral español: con sueldos bajos, trabajos precarios y picarescas como la del falso autónomo, las cotizaciones a la Seguridad Social y el consumo se resienten”. Vamos, verde y con asas.

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