Parece ser que Magdalena
Valerio está dispuesta a desenmascarar a los falsos autónomos. En un
editorial, El Periódico de Aragón
señala que “si hasta antes de la crisis este tipo de relación laboral se daba
sobre todo en profesiones poco cualificadas (por ejemplo, en el sector de la
construcción), ahora se extiende por profesiones liberales y en el mundo de la
medicina e incluso de la investigación. El modelo de recuperación low cost por el que ha apostado España
para salir de la crisis mediante la reforma laboral que introdujo el PP tiene
como consecuencia que hoy se estime que hay en el país 200.000 falsos
autónomos, lo cual supone un coste a la Seguridad Social de unos 290 millones
anuales de euros”. Parece evidente que lo más fácil para un empresario es dar
trabajo a individuos que se pagan sus cuotas a la Seguridad Social. De ese modo
se ahorran las cuotas que las sociedades deben sastisfacer por los siguientes
conceptos: por contingencias comunes el 23’60% de la base de cotización; por accidentes
de trabajo y enfermedades profesionales, un porcentaje variable según la
actividad empresarial; por horas extraordinarias el 12% en las de fuerza mayor el 23’60% el resto; por desempleo, en el caso
de contratos indefinidos el porcentaje es del 5,50%, en los contratos
temporales a tiempo completo es el 6,70% y si
es a tiempo parcial el 7,70%; por FOGASA, el 0’20% y por formación
profesional el 0’60%. Los autónomos cotizan por el 26,50% de su base si no tienen
incluida la IT y el 29,80% si la incluyen. La base para accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales se fija en los Presupuestos Generales del Estado, al
igual que las bases mínimas y máximas a aplicar. La Inspección de Trabajo, si
pretende ser rigurosa, deberá visitar muchas empresas (en su mayoría pymes), levantar
muchas actas e imponer muchas multas. Termino señalando lo que indica el
editorial: “No debería ser tan difícil de discernir: si los horarios los marca
la empresa, el trabajo se lleva a cabo en sus instalaciones y con su material,
en la gran mayoría de los casos se trata de un trabajador por cuenta ajena. La
trampa no solo tiene consecuencias sobre los trabajadores, sino que contribuye
a uno de los principales problemas del mercado laboral español: con sueldos
bajos, trabajos precarios y picarescas como la del falso autónomo, las
cotizaciones a la Seguridad Social y el consumo se resienten”. Vamos,
verde y con asas.
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