Tras
el Consejo de Ministros de hoy, viernes, ha declarado la vicepresidenta de
Gobierno, Carmen Calvo, que “el
Ejecutivo exhumará los restos de Franco
por decreto ley y sin perder un instante”.
Y ha añadido que se darán 15 días a sus familiares para hacerse cargo de
los restos y, si no los demandan, será el Gobierno el que decida en qué lugar
digno y respetuoso será inhumado. A mi entender, enterrar esos restos “en un
lugar digno y respetuoso” me parece un grave error. Sólo serviría para que
comenzasen las peregrinaciones hacia “ese lugar” y, con ello, arreciaran los
insultos de la ultraderecha más recalcitrante contra la inmensa mayoría de
demócratas, moderados y europeístas, que ven como acertada la Ley de la Memoria Histórica auspiciada
en su día por Rodríguez Zapatero.
Pese a todo, en un editorial de Teodoro León
Gross en El País (“La carta ganadora de Franco”), su
autor entiende que “el Gobierno, al sacar a Franco y hacerlo por la vía rápida,
parece claro que busca un golpe de efecto después de sus rectificaciones y
renuncias, como no publicar la lista de amnistía fiscal, el impuesto a la
banca, la inviolabilidad de la Monarquía, la derogación de la reforma laboral…
Ya van varias decepciones para su clientela”. (…) “La decisión de sacar a
Franco, en fin, tiene una lógica política clara para reencontrarse con su
electorado y demostrar determinación de actuar más allá de la limitación de 84
escaños. Probablemente en Moncloa y Ferraz sobran razones para creer que su
electorado premiará esa decisión anhelada, sin penalizar la polémica del
procedimiento”. En fin, ya veremos en qué queda esa traca de feria.
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