Como todos los años, cada 15 de agosto procesiona
por las calles de Sevilla la Virgen de
los Reyes, patrona de la ciudad. La anécdota de este año es que el arzobispo
Asenjo tuvo que abandonar la procesión
al encontrarse repentinamente indispuesto. Este año la imagen sagrada lucía un manto blanco con cenefa de castillos y
leones, regalado por Isabel de Borbón y enviado por la entonces exreina el 30 de julio de
1884 desde París por mediación de la marquesa de Malpica, Blanca de Osma y Zabala, para que hicieran su entrega al Cabildo el
11 de agosto los duques de Montpensier.
El marido de Blanca de Osma, Fernando
Fernández de Córdoba y Álvarez de las Asturias Bohorques, marqués de Malpica (y duque de Arión desde 1872) fue uno de
los mayores compradores de bienes nacionales en el periodo de la
desamortización de Pascual Madoz, hasta el hecho de convertirse en
uno de los cincuenta mayores contribuyentes de la provincia de Toledo como
propietario en Malpica y San Martín de Susa. Murió en Madrid el 30 de diciembre
de 1891. Conservo como
oro en paño una ya muy vieja fotografía de 10 x 5’80 centímetros realizada por J. Laurent en cartulina en la que
aparece la familia real al completo: Isabel
II; su consorte, Francisco de Asís;
la infanta María Luisa; el ayo del
príncipe, el infante Sebastián; el príncipe de Asturias; los marqueses de
Malpica, la infanta Teresa y dos
miembros femeninos de la servidumbre. ¡Qué viejuno queda todo eso! Nunca he
entendido ese afán español por vestir y desvestir a vírgenes y santos, ora con
un manto regalado por alguien de alcurnia, ora con el añadido del fajín de un
general golpista, ora con un una corona de perlas… En Zaragoza, donde resido,
también sucede con los mantos de la Virgen
del Pilar, que cada día luce uno diferente, salvo unas fechas concretas del
calendario que aparece exenta de manto: los días 2, 12 y 20 de cada mes. El 2,
porque según la tradición el 2 de enero del año 40 d.C. se apareció a Santiago a orillas del Ebro; el 12,
porque la dedicación del templo fue un 12 de octubre; y el 20, porque su
coronación canónica fue un 20 de mayo. Según un inventario de 2003 el número de
mantos era de 410. Y es tradición pasar a los niños por el manto de la mano de
un infantico y en las esquelas funerarias suele ponerse la coletilla de “murió bajo el manto de la Virgen del Pilar”.
Franco
tuvo uno de ellos en su lecho de muerte llevado expresamente a El Pardo por el
entonces arzobispo Cantero, que fue
procurador en Cortes y miembro del Consejo del Reino. A la muerte del dictador,
Cantero se convirtió en miembro del Consejo de Regencia. Dicho
Consejo estuvo integrado por el presidente de las Cortes y del Consejo del
Reino, Fernández- Miranda; por el
prelado de mayor jerarquía y antigüedad consejero del Reino, Cantero Cuadrado,
y por el teniente general en activo y de mayor antigüedad de los Ejércitos de
Tierra, Mar y Aire, que era el teniente general Salas Larrazábal. Asumieron sus funciones en la Jefatura del Estado
hasta la proclamación de Juan Carlos de
Borbón como rey. Es decir, que España tuvo un jefe del Estado durante tres
días, entre el 20 al 22 de diciembre de 1975. Ese hombre fue Alejandro Rodríguez de Valcárcel,
entonces presidente de las Cortes, lo que le convirtió automáticamente en
presidente
del Consejo de Regencia, y oficialmente, en el Jefe de Estado
entre la muerte de Franco y el juramento del Borbón, que él mismo le tomó.
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