Arcadi
Espada, en El Mundo,
con su artículo “Los huesos de dios”
nos abre el cajón de las reliquias. Y dentro de ese cajón, cuatro páginas de ABC del año 1957 y, entre ellas, una entrevista de Tomás Borrás con el arquitecto Diego Méndez, que diseñó la faraónica
cruz que remata el Risco de la Nava, que le había parecido apropiado a Franco. Señala el arquitecto a Borrás: “Hermosura
del sitio, magnitud, aspecto imponente y bravío que recoge el ánimo a la
meditación, mas no le afemina”. Y remataba Borrás su trabajo en el diario
conservador con estas perlas: “Y en el puño de la montaña coloca tesonera esa
fe una Cruz que alcanza al cielo... Un cielo de vagarosa palabrería de viento
batiente, de aves señoras que se inmoviliza en la altura, de alta cetrería de
nubes, que condicionan desde su nido en el canchal las llanadas secas de la
Sagra manchega. El mayor exvoto concebible, muestra de las fuerzas de eternidad
de España”. ¿Qué les parece? He tenido que buscar en el diccionario de la RAE
el adjetivo “vagarosa”. Es el femenino de vagaroso, acepción en
desuso. Y la RAE hace referencia a algo “que es impreciso y no tiene dirección”,
es decir, que vaga, o que fácil y continuamente se mueve de una parte a otra,
suelto y libre. Todo muy poético. El arquitecto Diego Méndez se había encargado
con anterioridad (verano de 1939) de la restauración del castillo de Viñuelas, cercano
a Madrid, que fue la primera residencia oficial de Franco y su familia mientras
ese mismo arquitecto remodelaba el Palacio de El Pardo. Se da la circunstancia
de que en el siglo XIV, el castillo de Viñuelas se convirtió en la residencia de
Leonor Núñez de Guzmán, amante de Alfonso XI de Castilla. Hasta la muerte del monarca en Gibraltar
víctima de la peste bubónica, ambos
vivieron una intensa relación extramatrimonial que tuvo para Leonor el peor de
los desenlaces. Cuando en 1350 murió el
monarca, fue apresada durante su viaje a Sevilla en el real cortejo fúnebre y
un año después María de Portugal, su consorte viuda, ordenó su ejecución en
Talavera de la Reina, dentro del castillo de Abderrahman III. La
relación entre Leonor de Guzmán y Alfonso XI de Castilla sirvió de inspiración
para la ópera La Favorita, con música de Gaetano Donizetti y libreto de Alphonse Royer, que tuvo su primera representación el 2 de
diciembre de 1840 en el Teatro de la Ópera de París; y en Madrid, tres años más
tarde en el Teatro Circo. La historia de esa ópera transcurre en España en
1340, cuando Castilla y Portugal se unieron para luchar juntos contra los
musulmanes en la Batalla de Salado.
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