martes, 18 de septiembre de 2012

¡Ay, llora mi nena!



La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, le ha dicho a  Joaquín Almunia que “el rescate se decidirá cuando las cosas estén atadas y bien atadas”. ¿De qué me suena eso? Ah, sí, de Franco. Joaquín Almunia desea que Mariano Rajoy pida el rescate cuanto antes y Merkel le ha dicho a Rajoy que no lo pida, al menos de momento. Me viene a la mente la canción cubana que canta Elíades Ochoa acompañado del Cuarteto Patria: “Enrique aconseja a d’Ors, / Torres me quiere dejar; / yo metida en la sabana / por culpa de otra mujer/ Torres me quiere dejar, / ¡Ay, llora mi nena!...”. Esperanza Aguirre, la condesa consorte, se marcha de la Comunidad de Madrid a la francesa y como alma que lleva el diablo, con las mismas prisas que las de aquel día en que salió de Bombay con los calcetines puestos y dejando a su suerte al resto de la comitiva que la acompañaba. ¿Se acuerdan de Pimentel? Cerró la puerta de su despacho sin molestarse en apagar la luz, tomó un taxi, se despidió de los lideres sindicales y hasta luego, Lucas. El Rey, en la página web de la Casa Real, lanza un mensaje en relación con las pretensiones secesionistas de Artur Mas: “No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos”; y Pérez Rubalcaba, en el Ente Público (quién te ha visto y quién te ve, Bernabé), afirmaba anteayer por la noche que “el Estado dejó las cuentas impecables” a la salida de los socialistas del Gobierno. Pero lo más importante, si cabe, de todo lo que aclaró el jefe de la Oposición, fue que “en Cataluña hay una situación difícil, pero no es un ‘lío’ ni una ‘algarabía’ sino un problema político”, y yo añadiría que de complicada solución. Ya ven cómo está el patio. Ahora resulta que cobran a un euro la entrada al Santuario de la Misericordia de Borja por visitar el eccehomo y los abogados de Cecilia Jiménez, la autora del desaguisado, ya estudian pedir derechos de autor. Y el pensador francés Jean-Luc Nancy, que ha abierto las III Jornades Filosòfiques de Barcelona, nos dice que La Sagrada Familia no es un templo, que es Disneylandia. Sí, creo que es mejor no escudriñar en las esencias.


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