domingo, 2 de septiembre de 2012

Bombillas



Las lámparas incandescentes, esas bombillas de filamento de toda la vida, dejan de fabricarse en el ámbito de la C. E. Dispongo de al menos una docena, que fui guardando en un cajón del cuarto de estar a medida que las iba sustituyendo por  esas otras de bajo consumo en un vano intento de ahorrar en el recibo de Endesa. No sé qué hacer con ellas. Por cierto, me gustaría saber qué fue de aquella bombilla que me había prometido el ministro Miguel Sebastián y que nunca llegó a mi poder. Contaban los  enteradillos que decían conocer el procedimiento de entrega, que era necesario acudir a una estafeta de Correos con no se qué papelito.  El caso es que el ministro Sebastián, que había recibido su cartera de manos de Joan Clos, se la entregó  a José Manuel Soria en esa rara carrera de relevos y aquí paz y luego gloria; o sea, me quedé sin bombilla como me quedé sin abuela. Y, claro, ahora a ver quién es el guapo que se la reclama a un ministro que habla de todo, que no entiende de nada, y que acaba de dejar sin luz hasta las galerías de las minas, la puñetera bombilla que nos había prometido su antecesor en el cargo. Además, se da una extraña paradoja. A medida que iba cambiando tales bombillas, notaba que de ninguna de las maneras bajaba el importe de mi factura con la compañía eléctrica, sino todo lo contrario. Cada mes aumentaba la cuenta. Primero decían que el contador de la luz sólo lo miraba el fulano encargado de ese cometido una vez cada dos meses, que el mes que no miraba el contador, se facturaba por aproximación, a “ojímetro”, como diría el castizo, pero que en el siguiente mes, se ajustaba el importe facturado al consumo exacto de ambos meses. Ganas de marear la perdiz. Lo cierto es que la factura cada vez es mayor y que de nada sirve haber cambiado de bombillas. Su precio se ha duplicado en diez años. El aumento del IVA, esa martingala de “Tarifa de Último Recurso” (que se aprueba cada tres meses, de acuerdo con lo que se acuerda en una subasta que celebran las  compañías eléctricas) y otras circunstancias que escapan a mis conocimientos sobre el tema, son causa de la causa, que es causa de la causa misma. Facua ya ha denunciado esa subasta "trampa", que viene siendo cuestionada por las comisiones nacionales de la Energía y la Competencia. Pero el ministro Soria, que habla de todo y que no entiende de nada,  mira para otro lado cuando alguien le pregunta sobre una regulación tarifaria diseñada en la época de Aznar a la medida de los intereses del sector eléctrico y que Zapatero no quiso cambiar. Recuerdo cuando, en las publicaciones de mi infancia, a alguien al que se le había ocurrido una magnífica idea, de inmediato se le encendía una bombilla sobre la cabeza. Pero, por desgracia, ya no tenemos entre nosotros al doctor Franz de Copenhague. Se murió el día que desapareció el TBO, la Familia Ulises y Doña Exagerancia. Aquel lejano día en el que dejamos de ser niños para siempre. 

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