Las lámparas incandescentes, esas
bombillas de filamento de toda la vida, dejan de fabricarse en el ámbito de la C. E. Dispongo de al menos
una docena, que fui guardando en un cajón del cuarto de estar a medida que las
iba sustituyendo por esas otras de bajo
consumo en un vano intento de ahorrar en el recibo de Endesa. No sé qué hacer
con ellas. Por cierto, me gustaría saber qué fue de aquella bombilla que me
había prometido el ministro Miguel Sebastián y que nunca llegó a mi poder.
Contaban los enteradillos que decían
conocer el procedimiento de entrega, que era necesario acudir a una estafeta de
Correos con no se qué papelito. El caso
es que el ministro Sebastián, que había recibido su cartera de manos de Joan
Clos, se la entregó a José Manuel Soria
en esa rara carrera de relevos y aquí paz y luego gloria; o sea, me quedé sin
bombilla como me quedé sin abuela. Y, claro, ahora a ver quién es el guapo que
se la reclama a un ministro que habla de todo, que no entiende de nada, y que
acaba de dejar sin luz hasta las galerías de las minas, la puñetera bombilla
que nos había prometido su antecesor en el cargo. Además, se da una extraña
paradoja. A medida que iba cambiando tales bombillas, notaba que de ninguna de
las maneras bajaba el importe de mi factura con la compañía eléctrica, sino
todo lo contrario. Cada mes aumentaba la cuenta. Primero decían que el contador
de la luz sólo lo miraba el fulano encargado de ese cometido una vez cada dos
meses, que el mes que no miraba el contador, se facturaba por aproximación, a
“ojímetro”, como diría el castizo, pero que en el siguiente mes, se ajustaba el
importe facturado al consumo exacto de ambos meses. Ganas de marear la perdiz.
Lo cierto es que la factura cada vez es mayor y que de nada sirve haber cambiado
de bombillas. Su precio se ha duplicado en diez años. El aumento del IVA, esa
martingala de “Tarifa de Último Recurso” (que se aprueba cada tres meses, de
acuerdo con lo que se acuerda en una subasta que celebran las compañías eléctricas) y otras circunstancias
que escapan a mis conocimientos sobre el tema, son causa de la causa, que es
causa de la causa misma. Facua ya ha denunciado esa subasta "trampa",
que viene siendo cuestionada por las comisiones nacionales de la Energía y la Competencia. Pero
el ministro Soria, que habla de todo y que no entiende de nada, mira para otro lado cuando alguien le
pregunta sobre una regulación tarifaria diseñada en la época de Aznar a la
medida de los intereses del sector eléctrico y que Zapatero no quiso cambiar.
Recuerdo cuando, en las publicaciones de mi infancia, a alguien al que se le
había ocurrido una magnífica idea, de inmediato se le encendía una bombilla
sobre la cabeza. Pero, por desgracia, ya no tenemos entre nosotros al doctor
Franz de Copenhague. Se murió el día que desapareció el TBO, la Familia Ulises y Doña
Exagerancia. Aquel lejano día en el que dejamos de ser niños para siempre.
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