En los Presupuestos Generales del
Estado disminuye el número de funcionarios en el 2’2% y aumenta el número de
altos cargos en el 4’3%, es decir, que esta guerra de cifras disminuye el
número de soldados de tropa y aumenta el de jefes y oficiales. Todo para el
pueblo pero sin el pueblo. Y la Guardia
Civil, en un arranque de fiebre mística y de hiperdulía, acaba
de conceder la Gran Cruz
de la Orden del
Mérito a la Virgen
del Pilar. Yo ya no sé si es que les aprieta el tricornio y no les deja pensar
con coherencia, o es que es el mundo al
revés. Lo que ya no sabemos es si tal distinción es pensionada y, en caso de
serlo, si se enviará el dinero al cielo por medio del deán de la Basílica aragonesa o,
simplemente, pasará a beneficio de inventario de los funcionarios del cielo,
que no sufren recortes. Por otro lado, Juan Alberto Belloch, alcalde de
Zaragoza, desea que este año las flores que conformen el manto de la Pilarica en la
Ofrenda del 12 de octubre sean de color rojo. Esa medida ha
sido razón suficiente como para que hayan puesto el grito en el cielo los floristas, que ya
tenían sembrados para la ocasión gran cantidad de gladiolos de color albo.
Nadie entiende ese cambio de color. Para mí que es una cortina de humo para que
no se hable de otra cosa, es decir, de los recortes municipales en asuntos
sociales. El lector de un periódico local, en la sección de “opinión”, se
preguntaba hoy: “¿No hay un ser de carne y hueso o una organización que por sus
méritos se haga acreedor a tal distinción? Ese lector, con los debidos
respetos, no debe ser creyente, porque, de serlo, estaría obligado a creer de
forma irrevocable en el dogma de fe que señala que “la Virgen está en carne mortal
en el cielo”. El culto de hiperdulía
está asignado al culto que se rinde a la Virgen y se diferencia del
culto de dulía, que se emplea para venerar a los santos o a sus reliquias. De
ahora en adelante sería bueno que las casas-cuartel de la Guardia Civil cambiara en su
fachada el “Todo por la Patria”
por el “Todo por la hiperdulía”. La gente de los pueblos se acostumbraría al
nuevo rótulo de los cuarteles una vez que conocieran su verdadero significado.
Y eso, con dos homilías del párroco bien explicadas, listo.
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