Pido perdón a Carlos Fisas, (q.e.p.d.)
por haber tomado un título para mi “post” que sólo a él le pertenece. Fisas se
fijaba en lo chico, en esas anécdotas que no se cuentan en los libros de
historia escritos con rigor. Él las desmenuzaba y sazonaba al gusto de todos,
incluso de aquellos que sienten aversión a la lectura. Un ejemplo: “Un criado
del duque del Infantado sirviendo a la mesa vertió la salsa en el mantel. “Lo
que es eso -dijo el duque- también lo sé hacer yo”. “Pues ¡vaya gracia!
-contestó el criado-, porque me lo ha visto hacer a mí”. Algo parecido hizo
Natalio Rivas con su “anecdotario”. Es importante que la labor de investigación
de los historiadores se detenga en las minucias, ya que tirando del hilo de lo
nimio se suele dar con el ovillo, que es lo que de verdad interesa a los
expertos. Ello viene a cuento con algo que parece rozar el esperpento. Resulta
que el canal Historia, de Canal +, ha descubierto que Daoíz, uno de los leones del Congreso, carece
de escroto. Velarde, el otro león, está completo. La razón habría que habérsela
preguntado a Ponciano Ponzano, que en 1866 fundió dos cañones tomados al
enemigo en Wad-Ras para hacer esas esculturas en la Real Fábrica de Artillería de
Sevilla. Carolina Godayol, directora del programa en cuestión, cuenta que la
noticia le llegó por casualidad, leyendo un blog. Godayol ha señalado en El
País que “será el propio canal Historia quien correrá con todos los gastos de
la construcción y reposición de la pieza”. Uno, cuando visita ciudades, se suele parar a
contemplar aquellos monumentos y estatuas que encuentra a su paso, como los
leones del zaragozano Puente de Piedra, obra de Francisco Rallo, o el caballo
de Espartero, en el Paseo del Espolón de Logroño, de Pablo Gibert Roig. Pero no
parece normal que alguien, como en este caso, se haya dedicado a mirar por
retambufa a Daoíz y a Velarde (para los castizos, Benavides y Malospelos) en la Carrera de San Jerónimo,
intentando comprobar el tamaño de sus respectivos atributos sexuales. En el
diseño original de Narciso Pascual Colomer para las esquinas de las
escalerillas al Congreso de los Diputados iban unas farolas. No gustaron y fueron sustituidas por unas
estatuas de leones. Hecho el encargo a Ponzano sin apenas recursos económicos,
éste se limitó a colocar en 1851 dos esculturas en yeso pintado al bronce. Pero
al poco tiempo, por efectos de la intemperie, se deterioraron y hubo que
quitarlas de su emplazamiento. Se hizo un segundo encargo a Ponzano que pareció
excesivamente costoso. José Bellver Collazos hizo una oferta de menor cuantía,
que fue aceptada, y diseñó dos leones pequeños en piedra. Tampoco gustaron,
siendo retirados al poco tiempo ante las protestas de los madrileños. Hoy se
encuentran en los jardines de Monforte, en Valencia. En un tercer intento por
conseguir algo duradero, volvió a encargarse las esculturas de los leones a
Ponzano, esta vez en bronce, como ya se ha dejado señalado. Se colocaron en el
frontispicio definitivamente en 1872. Y ahora alguien ha descubierto que a Daoíz
le falta la bolsa escrotal. Parece raro que Ponciano Ponzano se olvidase de ese
detalle. Tal vez se quedó sin el bronce necesario, aunque parece raro. Los leones
fueron retirados de la puerta del Congreso en 1985 para proceder a una
restauración. Podría ser que se encuentre ahí la clave de esa carencia ahora
descubierta por un bloguero “voyeur”.
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