Llegó septiembre. El telescopio
Wise, que lleva más de un año en estado de hibernación, como sucede con ciertos
políticos de aquí, descubre millones de agujeros negros. Seguro que estaba
enfocando al Ministerio de Economía. Los ciudadanos deberemos pagar desde hoy
aquellos medicamentos considerados por Ana Mato, responsable del Ministerio de
Sanidad, con “síntomas menores”; es decir: antiácidos, laxantes,
antidiarreicos, pomadas para la artritis, fármacos para el tratamiento de
afecciones inflamatorias, contra la tos, la rinitis alérgica, etcétera,
etcétera. Se deja las tercianas, tan comunes en los pueblos en tiempos de
Pascual Madoz, el artífice de la segunda Desamortización. No cabe duda de que
aquellas patologías que son “síntomas menores” para la ministra del ramo, mantienen
una muy distinta ponderación para el
ciudadano que los sobrelleva con sufrimiento. Cuenta “Libertad Digital” que
“los duques de Palma ponen en venta su palacete de Pedralbes y que se les ha visto a bordo de un modesto coche,
un modelo de 1995. “¿Uno de color obsceno, verdad?”, “Hombre, no sé… Creo que
es verde”. El pasado viernes escribí un post (“Qué pintamos en Afganistán”) y
al coronel Luis Cebrián Carbonell, destacado en esa zona conflictiva, le ha
faltado tiempo para escribirme manifestando que soy un pobre hombre escribiendo
mis pensamientos en internet. Parece cabreado como un mono. A este militar,
cuyo valor se le supone, le incomoda, como les incomoda a muchos milicos
cuarteleros, que los ciudadanos, quienes pagamos su sueldo de funcionarios de
uniforme con nuestros impuestos, podamos pensar por nuestra cuenta y
expresarnos en el medio que nos dé la gana. Claro, no ofende el que quiere sino
el que puede. Primero me llama Miranda, una hora más tarde (por lo visto se
había dejado algo en el tintero) me llama Medina. Menos mal que no hubo una
tercera “carga de profundidad”, que de haber sido así tal vez me hubiera
llamado Munuera, o Madurga, o Morenés, que todas empiezan por la letra eme. Yo
sólo había escrito que un artefacto explosionó cuando una columna de vehículos
militares atravesaba el conflictivo cruce de Sabzak, entre la provincia de
Badghis y la provincia de Herat y que el propio coronel había explicado a los
periodistas que desde el vehículo en que viajaba no llegó a escuchar la
deflagración, que se le comunicó por radio. Dicho eso, añadía en mi post que,
sí me encuentro pescando en el Jalón,
cerca de Calatayud, mal puedo escuchar las campanas del Pilar, para referirme
de alguna manera a que la vida del coronel Cebrián no corrió peligro en ningún
momento, de lo cual me alegro. En fin, llegó septiembre, estamos más
empobrecidos con la subida del IVA y ya sólo nos queda esperar a que se cumplan
los malos agüeros del presidente Rajoy. Los protervos presagios del Calendario
Maya producen en nuestro apuntalado ánimo “síntomas menores”, que se remedian
con sólo aplicar “Laxén Busto” como mano de santo para ayudar a exonerar el vientre sobre
determinados organigramas ministeriales.
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