Antonio López, que pedía 190.000
euros por pintar a Francisco Álvarez
Cascos su retrato para el Ministerio de
Fomento dice ahora, ante el deseo de Ana Pastor de cancelar el contrato firmado
por su antecesor en el cargo, José Blanco, que lo pintará gratis por su amistad
con el político. Retrato viene del latín retractus. Ah, pues muy bien, Ana
Pastor se ha retractado, o sea, se ha arrepentido del encargo de su antecesor Pepiño,
que firmó sin pararse a ver qué firmaba. Una cosa es dar de comer a los
artistas y otra, muy distinta, morir al palo de sus tarifas. Pero dígase todo;
Antonio López es un pintor vinculado a la galería Malborough, en la que trabajaba
María Porto, su tercera mujer. “Existen otras prioridades”, ha señalado Pastor
en Santander. Hombre, a mi entender, en estos tiempos de vacas flacas bastaría
con una fotografía ampliada. Manuel Marín, dentro de lo malo, es un ejemplo a
tener en cuenta. Encargó para la galería de presidentes del Congreso una
fotografía de Cristina García Rodero, que salió por 24.000 euros. A todas luces
un precio demasiado alto para una foto ampliada. No sé si vale el ejemplo. No,
no vale. José Montilla, más modesto que
Marín, pidió a María Espeus un retrato
por 7.710 euros. Eso ya es otra cosa. Valga como ejemplo. La amistad del pintor
con el exministro Álvarez Cascos viene de lejos, de cuando el exministro le encargó al artista unas cabezas
escultóricas para la remodelada Estación de Atocha. López tomó como modelo a
una de sus nietas para la representación del día y de la noche. En
"Día", la cabeza infantil aparece con los ojos abiertos y dirige a
los viajeros una mirada atenta, mientras que en "Noche" la niña
duerme. Esas esculturas, que fueron colocadas en la sala mixta de la planta
baja, más tarde se trasladaron a la calle. Pero no son las únicas estatuas. Existen otras
de Eduardo Únculo, Martín Chirino, Juan Bordes y Francisco López Hernández,
conocidas como “El viajero”, “Mi patria es una roca”, “El bautista o el Orador”
y “Homenaje al agente comercial”, respectivamente.
Y hablando de retratos, ya veremos en cuánto sale la pintura que Antonio López
está haciendo de la Familia Real para el Palacio de Aranjuez. López lleva
catorce años con los bocetos, pero como las circunstancias de la real familia
cambian, no sé que puede salir del laberinto. A mi entender, lo mejor que
podría hacer el pintor de Tomelloso es ponerse en contacto directo con Jaime
Peñafiel y con el director de “Hola”, para concretar a quién se debe añadir y
quién debe evaporarse; porque claro, un retrato al óleo no es el “photoshop”, donde se admiten los efectos avanzados
para dar el pego. Como dijo Mariano
Osorio Arévalo, III marqués de la
Valdavia: “La familia es una importante institución, de muy
difícil manejo”.
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