Se cuenta que, en cierta ocasión, la policía detuvo
a tres raterillos callejeros después de haberse cometido un hurto de escasa cuantía.
Los presuntos ladronzuelos fueron conducidos a comisaría para llevar a cabo el
correspondiente atestado. Más tarde, la víctima del escamoteo no fue capaz de
señalar en rueda de reconocimiento a ninguno de los rufianes. Entonces, el
comisario, ordeno dejar en libertad a dos de ellos. Al tercero le obligó a que
se sentase en una silla hasta que dijera la verdad. El raterillo, indignado, le
preguntó al comisario la razón para que a él no le dejara en libertad. “A usted
-le dijo muy serio- no le he dejado marchar porque tiene cara de malo”. Ignacio
Romero de Solís, VI marqués de Marchelina, es un fino periodista que, entre
otras cosas, ocupó en la década de los 80 el cargo de director del Centro
Regional de Televisión Española en Andalucía, con sede en Sevilla. Ignacio Romero de Solís fue, antes de eso, asesor
del ministro de Hacienda, Jaime García Añoveros, al que orientaba desde una
oficina de ese Ministerio, antes ocupada por inspectores, y situada en las
proximidades de la Catedral. Desde dicha oficina facilitaba al ministro Añoveros
diariamente un resumen de la presa sevillana. Ignacio Romero de Solís contaba
que, en Sevilla, aparecieron de pronto en la Plaza del Salvador doce motoristas, todos ellos
sin el casco protector obligatorio. Un guardia que patrullaba por la zona se dirigió a uno de aquellos
motoristas y sacó del bolsillo la libreta para multarle. El motorista, muy indignado, le preguntó al guardia el motivo por el que no sancionaba
de igual manera al resto de moteros. El guardia, sin cortarse un pelo, le
contestó tajante: “Le voy a multar a usted porque tiene pinta de ser el único
que la va a pagar”. Como pueden observar, es necesario poner en práctica el
“sentido” de la intuición aunque a veces falle, de la misma manera que se
puede estar ausente estando presente. El error no se convierte en equivocación
hasta que te niegas a corregirlo.
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