domingo, 16 de septiembre de 2012

Mendicidad y mendacidad




Hoy Elvira Lindo, en El País, pone el dedo en la llaga: “Asistimos, hasta el momento con inusitada y misteriosa calma, a la adopción de una política económica brutal, consistente en arreglar el desaguisado que la misma clase política provocó con medidas que agobian y humillan. (…) Y si el sacrificio sirviera para algo, si alguien supiera a qué conduce, pero de momento lo único que se está provocando es miedo, paralización del riesgo creativo y una especie de desánimo colectivo que degenera ya en un profundo resentimiento”. Elvira Lindo me recuerda la desesperanza de Miguel de Unamuno ante el devenir  caótico de una España  adormecida y silente que no terminaba de entender. El llano inhóspito de la altiplanicie castellana, donde la resignación general era manifiesta entonces, es hoy como una capa que lo envuelve todo, como una inmensa duna que se desplaza de un lado para el otro de forma lenta aunque inexorable y que produce una tormentosa zozobra para el que la padece, en este caso para la inmensa mayoría de los ciudadanos que conforman el Estado. En aquella situación histórica insoportable,  hacía referencia Unamuno con estas palabras: “Atraviesa la sociedad española honda crisis; hay en su seno reajustes íntimos, vivaz trasiego de elementos, hervor de descomposiciones y recombinaciones”. En la situación actual, el Gobierno que preside Mariano Rajoy,  obsesionado con unos ajustes económicos de caballo para cumplir el objetivo de déficit del 4’5% fijado por la Unión Europea, está asfixiando a los más desfavorecidos, que ya son legión. Los españoles de a pie estamos entre el Pinto de la mendicidad por exigencias del guión y el Vademoro de la  mendacidad de un  Gobierno neoliberal que todo lo pretende cimentar sobre mentiras mil veces repetidas.

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