Maite Alfageme dice en un
artículo de opinión, “Abdicar el posible”, aparecido en La Gaceta, que “Don Juan
Carlos, a quien los monárquicos de postín quisieran ver cual Inés de Castro, la
soberana póstuma, reinando después de muerto (sic), ha encontrado en la esencia
del PSOE –léase Rubalcaba– el apoyo pétreo que la izquierda ha negado
históricamente a la Corona.
Y el hecho resulta en sí mismo tan excepcional que induce a
suspicacias”. Hombre, los recelos de la izquierda no los veo por ningún sitio.
Los monárquicos de postín no sé quiénes son en estos momentos. Los hubo, pero
de Juan de Borbón. Maite Alfageme debería saber que de aquellos “Cuarenta de
Ayete” sólo deben quedar con vida unos
seis o siete carcamales y un periódico monárquico en la actualidad más muerto
que vivo. Sí, cierto. Inés de Castro murió asesinada. Luis Camões, el pariente portugués de Vasco de
Gama, lo cuenta versificado en
“Os Lusíadas”, donde además de las
referencias a su pariente, que ocupan un
tercio del libro, también explica a su manera la historia de Portugal hasta
mediados del siglo XVI, puesto que la obra referida vio la luz en 1572. Luego
vendrían otros escritores y poetas abundando en el mismo tema: Antonio
Ferreira, Vélez de Guevara, Albert
Caraco, Alejandro Casona… ¡y hasta 29 óperas! Casi al final de su artículo,
Alfageme entiende que “tutelar en vida la Sucesión permitiría al Rey pilotar el trasvase a
la figura del Príncipe de los afectos juancarlistas”. A mi entender, si el Rey
abdicase, no tendría que pilotar nada. La sucesión está contemplada en
la Constitución
Española. Lo que debería hacer el actual Rey, llegado ese
caso, sería quitarse de en medio. Doy por hecho que el “juancarlismo”, como lo
denomina Alfageme, terminará como concluyen todas las cosas, es decir, con la
llegada de nuevas generaciones que asienten la pesadilla de Franco en un rincón
lóbrego de la historia.
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