Con las nuevas medidas a adoptar,
no será necesario que el ciudadano vaya al médico todas las semanas para que
éste le extienda el correspondiente “parte de confirmación” cuando esté de
baja, según se recoge en un borrador de real decreto. Ana Mato, titular del
Ministerio por obra y gracia de Mariano Rajoy, parece tener las ideas claras. Como
da la impresión de que se pierde mucho tiempo en las gestiones burocráticas que
hace el médico de cabecera, se ha decidido confeccionar un baremo donde conste
el tiempo aproximado de duración en cada patología. Por ejemplo, un episodio
catarral tiene un proceso estimado en cinco días. Pues bien, el médico, de
acuerdo con la duración estimada de ese proceso, deberá extender la baja y el
alta en el mismo parte. La señora Mato, que fue incapaz de saber qué hacía un
“Jaguar” en su garaje y con qué dinero se había adquirido, pese a estar en
régimen de gananciales con su entonces marido, y que tampoco fue capaz de
aclarar con precisión el año de su separación matrimonial, resulta que está
preparada para conocer el tiempo exacto que un enfermo debe permanecer en
situación de baja médica. Es decir, que a los cinco días de sentirse mal y
tener fiebre un trabajador deberá reintegrarse a su puesto laboral sin excusa
ni pretexto. De nada servirá haberse quedado “flojo” y con las defensas
reducidas por el consumo de fármacos. Espero que la ministra Mato (por cierto,
vaya apellido para estar en Sanidad) sea capaz de saber el tiempo exacto que
dura un desorden depresivo, cuando éste se expresa como afección de tipo cognitivo,
volitivo o somático. No es por nada, sólo por proponerla para el Premio Nobel,
que esas distinciones siempre favorecen a la “marca España”. La señora Mato no
sé que pinta al frente en un ministerio, como es el Sanidad, cuando sus competencias están transferidas a
las Comunidades Autónomas. Lo mismo sucede con Asuntos Sociales. Lo de Igualdad
fue un invento de Rodríguez Zapatero en 2008 para colocar en el Gobierno a
Bibiana Aído, exdirectora de la Agencia Andaluza
para el Desarrollo del Flamenco. Se justificó -y así quedó constancia- “para impulsar las políticas sociales
recogidas en la Ley
para la Igualdad
y en la Ley Integral
contra la Violencia
sobre la Mujer,
así como los programas sociales del Instituto
de la Mujer
y del Instituto de la
Juventud”, unas competencias que hasta entonces había tenido
el denominado Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Pero aquella
experiencia política no dio el juego que se esperaba y la ministra Aído, hija de
un exalcalde socialista de Alcalá de los Gazules, fue cesada el 20 de octubre
de 2010. Aquel breve Ministerio se quedó
reducido a una Secretaría de Estado de Igualdad y su estructura se integró
dentro del ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, o sea, lo que
existe ahora a mayor gloria de Ana Mato, una ministra que, a mi entender y por
otras razones, ya debería haber dimitido de su cargo político si tuviese
dignidad. Pero aquí no dimite nadie, eso sí, por el bien de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario