domingo, 17 de febrero de 2013

Mejor cambiar la hora



Las familias numerosas proponen retrasar una hora el reloj para, de esa guisa, poder conciliar mejor sus tareas. Hombre, ya puestos, también se le puede pedir a Mariano Rajoy que mueva el meridiano de Greenwich, que a fin de cuentas sólo es una línea imaginaria. No es lo mismo comer a la hora de Londres que a la hora de Madrid, por mucho que ese meridiano pase también por Caspe. Y ya puestos, que se coloque un reloj de sol en el espacio que ocupa el conocido como Reloj de Gobernación, el que da las campanadas de Nochevieja en Madrid, gemelo de otro que existe en el Arsenal de Cartagena, donado en 1866 por el leonés de Iruela exiliado en Londres José Rodríguez Losada, que no se llamaba Losada de segundo apellido sino Conejero. El reloj de sol tiene un inconveniente y a la vez una ventaja, o sea, por la noche no sirve para saber la hora,  pero la gente tampoco se atraganta con las uvas. En su “Historia de la Puerta del Sol”, Ramón Gómez de la Serna dejó escrito lo siguiente: “En los años de la guerra ha habido un cambio de hora arbitrario, avanzando en el invierno una hora más al día. El primer año, sobre todo, la fuerza de la mudanza de la hora fue algo extraordinario, pues se llenó la Puerta del Sol y todos con el reloj en la mano esperaron a que la manilla avanzase loca, inconcebible, absurda, hacia una hora falsa. Hubo alguien que llevó un reloj despertador, y otro un reloj de despacho, y subiéndose a una escalera con él, lo puso en hora entre la chacota de la gente”. Todo es posible en la Puerta del Sol. Si se ha podido cambiar de fachada el anuncio luminoso de “Tío Pepe” y abrir la gran boca del “metro”,  también se puede modificar la hora  para dar satisfacción a la propuesta de las familias numerosas. Lo de mover el meridiano de Greenwich parece más complicado, salvo que nos revolquemos en el merengue de otra batalla de Trafalgar. No trae cuenta.

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