Beatriz Talegón, secretaria
general de la Unión Internacional de Juventudes
Socialistas, puso el dedo en la llaga del PSOE en el Congreso de la Internacional
Socialista celebrada en Cascaes el pasado 5 de febrero.
“Promover la revolución desde un hotel de cinco estrellas en Cascaes, llegando
en coche de lujo”, como ella dijo a los reunidos al acto, ha levantado
ampollas. De hecho, dos cargos de Juventudes Socialistas, Rubén García, de
Guadalajara, y Antonio Lujosa, de Mallorca, además de Mikel Zabala, le han
pedido por carta que dimita de su cargo, alegando que “no es la persona
adecuada para lanzar ese mensaje”. Ya veo que escuece. Beatriz Talegón se ha
convertido en la mosca cojonera de un PSOE que sólo se acerca a los ciudadanos
en época electoral. Ya nadie les cree. Beatriz Talegón es al PSOE lo que
Leonardo Boff al Vaticano.
La Iglesia
católica no apoya la teología de la
liberación, argumentando que “sus orígenes marxistas no son compatibles con el
Evangelio”. Y los congresistas del PSOE en Cascaes se molestan y saltan en su
asiento cuando se saben en horas bajas, como se desprende de los intentos de
algunos militantes de hacer dimitir al que cuenta las verdades del barquero, en
este caso Beatriz Talegón, al no ser, a criterio de ellos, la persona
“adecuada” para mandar el mensaje. ¿Qué mensaje? A esos tres lerdos les
contaría aquello del estudiante que le pide al barquero que le pase gratis a la
otra orilla del río. El barquero le dijo que lo pasaría al otro lado si el
estudiante era capaz de decirle tres verdades indiscutibles. Beatriz Talegón les
ha contado a los miembros del Congreso una realidad irrefutable con una postura
valiente. No es lo mismo predicar que dar trigo. Y los socialistas han
sembrando en un erial donde sólo crece la mala hierba. El eco de las palabras
de Beatriz en Portugal, exconcejal del ayuntamiento de un pueblo de la
provincia de Guadalajara, ha logrado el “Trending Topic” tuitero, sólo
comparable a la dimisión de Ratzinger. Y en medio de ese “tsunami” político,
cuyo epicentro estuvo en Cascaes y que puede ser más destructivo para sus
dirigentes que el famoso terremoto de Lisboa, ha quedado desdibujado el cese en
el PP del presunto corrupto Jesús Sepúlveda. Los populares están soltando
lastre. A Sepúlveda lo han precipitado al vacío desde la sede de Génova como
hacían desde el campanario con las cabras en Salvanés de la Polvorosa.
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