En algunas ciudades está poniéndose de moda que la Policía Local circule en
bicicleta. Desde el Ayuntamiento se informa de que “patrullar en bici es barato y acerca la policía a los ciudadanos”. Leo en Heraldo de Aragón que el asesor de Movilidad,
Alberto Lorente, ha afirmado que “el
Gobierno de Zaragoza considera que la unidad ciclista de la Policía Local es una
de las que podría ponerse en marcha, no como patrullas de control a los
ciclistas, sino como una unidad con una movilidad diferente, más ágil y
versátil, sobre todo para los parques o riberas, pero también pensando en otras
zonas de la ciudad". En seguida me ha venido a la cabeza la casa-cuartel
de la Guardia Civil
de un pueblo próximo a Calatayud, donde yo residía siendo niño, cuando allá por
finales de los años 50 del siglo pasado recibió unas bicicletas de color gris
perla para que los civiles pudieran patrullar con ellas. Lo malo era que casi
ningún guardia civil sabía guardar el equilibrio en aquellas máquinas a
pedales. Y allí los veías, por una plazoleta, ayudándose unos a otros en su
aprendizaje. No había manera de que aprendiesen. Aquello les había cogido
mayores, con abultada andorga y sin ganas de ejercitarse. Algo parecido a lo
que me ha sucedido a mí con el ordenador donde, por tocar la tecla equivocada,
he perdido muchos artículos de enjundia. Los he vuelto a rehacer, pero no ha
sido lo mismo. Pues bien, yo no dudo que las unidades ciclistas encajen en un
nuevo modelo de movilidad para las ciudades y que colaboren de forma exitosa en
las medias maratones y en los triatlones. Pero acostumbrados, como están esos
agentes de la autoridad, a ir calentitos dentro de un automóvil para poner multas, su
labor va a ser harto dificultosa. Como decía Fernando Fernán Gómez, las
bicicletas son para el verano.
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