Algunos hinchas del
PSV Eindhoven
demostraron ayer ser unos auténticos malnacidos. Allí estaban sentados en
veladores de la Plaza Mayor,
de la plaza del café con leche de
Botella,
tirando monedas a unos pobres rumanos que se agachaban hasta el suelo una y
otra vez a recoger esa calderilla. Y esos malnacidos se reían como si
estuvieran asistiendo a un espectáculo circense de los
Hermanos Tonetti. Estoy seguro de que algunos de esos
hooligans
grabarían las tristes escenas para más
tarde poderlas enseñar a sus amigos holandeses y así tener constancia de lo que
acontece en España’, un país de camareros y propinas. Yo me pregunto, ¿y esos malnacidos
estarían dispuestos a acoger en su país a refugiados que huyen de la muerte a
las puertas de Macedonia? Seguro que no. Y mejor para los refugiados, visto lo
visto. Por la noche, en el partido de fútbol, perdió el equipo visitante contra
el Atlético de Madrid a los penaltis.
Y en el palco se encontraba el anterior jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón. Hubiese sido un buen gesto que el anterior monarca no hubiese asistido al
partido como protesta a esas humillaciones, donde se quemaban billetes delante de las pordioseras, se
vertía cerveza en los vasos con los que pedían limosna y se las obligaba a
hacer flexiones a cambio de la voluntad. Pero no fue así. Sólo un profesor
jubilado de un colegio de Villaverde les plantó cara a esos energúmenos.
Supongo que el pueblo holandés no será así. De cualquier manera, el
Ayuntamiento de Madrid debería controlar la mendicidad de gitanos rumanos,
posiblemente controlada por la mafia. La capital de España no puede dar una
imagen como la de ayer. No se debe degradar un país de la UE de esa manera. Por otro
lado, Felipe VI y su consorte asisten estos días en San Juan de Puerto Rico al VII Congreso sobre la Lengua Española (CILE 2016)
Un congreso donde pronunció un discurso el rey de España y donde en su rótulo
habían plasmado “su Magestad”. Bueno,
tampoco tiene mucha importancia. A Juan
Ramón, que vivió en Río Piedras, le dio por escribir antología con jota. Julio
Llamazares, en El País, en su
artículo “Majestad”, señala: “Que
una reina hable de mierda y utilice expresiones como
‘compi yogui’ no parece muy adecuado, ni siquiera para mí, que
tengo por la Monarquía
la misma consideración que por cualquier otra convención social, o sea, poca.
De todos modos, lo menos trascendental es el lenguaje que usa en privado Su
Majestad, que al fin y al cabo hasta hace unos años era una chica de barrio y
de clase media, si es que las presentadoras de los telediarios son gente de
carne y hueso, que es algo que a veces dudo viéndolas decir noticias que ni
ellas pueden creer”. (…) “Como todas las ficciones narrativas, la de la Monarquía se basa en la
convicción del público de que lo que se le cuenta es cierto y de que los
personajes que las protagonizan pertenecen a una realidad distinta de la del
común mortal. Incluso aunque la protagonista lo fuera un tiempo, hasta que un
príncipe la transformó de rana en princesa”. Aquí lo dejo. Me voy a tomar un
vaso de nada con sifón.
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