San Sebastián, sábado por la tarde, la lluvia que no cesaba y un río de
gente caminando cerca de mi hotel a paso ligero hacia el Velódromo de Anoeta.
Yo, que no entiendo ni papa de fútbol, supuse que esa gente silenciosa equipada
de paraguas y capuchas de sudaderas iría a ver jugar a la Real Sociedad contra un Levante
que va fatal en la Liga.
Pero no era sí. El partido se celebró al día siguiente,
mientras yo ya estaba a bordo de un tren camino de Zaragoza. Pese a la fuerte
lluvia de aquel sábado por la tarde (lluvia que no cesó desde mi llegada el pasado
jueves
hasta mi
regreso de ayer domingo), salí a la calle
aprovechando que había amainado. Pero al poco rato volvió a caer el diluvio
universal. Decidí regresar al hotel justo cuando regresaban, también silenciosos,
aquellos energúmenos con las ikurriñas recogidas sobre lo que parecían palos de
escoba. Entonces comprendí que
esa gente
no había ido al fútbol sino a vitorear al excarcelado
Arnaldo Otegi, al que sus corifeos ya le piden una y otra vez que
se presente para
lehendakari. David Jiménez, en referencia a Otegi y
a su triste comparsa, señala hoy en el diario
El Mundo (“La valentía de los
cobardes”) lo siguiente: “Cuenta el dirigente
abertzale que durante su estancia en prisión perdió a su madre y
que eso le hizo darse cuenta ‘de lo que supone que un buen día te llamen por
teléfono y te digan que
un ser muy querido para ti ha fallecido’. Es en ese
súbito descubrimiento de la compasión por la vida ajena, que cuesta imaginar
sincero, en el dolor que ha provocado su retraso en darse cuenta de lo que
siente alguien cuando recibe una llamada anunciando que su padre ha recibido un
tiro en la nuca, donde hay que buscar los motivos de su paso por prisión. No en
sus ideas, sino en su incapacidad, y la de tantos como Otegi, para
entender quiénes han sido
los valientes y quiénes los cobardes, quiénes los héroes y
quiénes los traidores, quiénes los verdugos y quiénes las víctimas del País
Vasco”. ¿Qué cómo quedó la Real Sociedad?
Creo que empate a 1; el primer tanto del mexicano
Diego Reyes en propia puerta, y el segundo mediante un remate de
cabeza del brasileño
Deyverson. Eso me pareció escuchar en
la radio. Pero no me hagan mucho caso…
No hay comentarios:
Publicar un comentario