Yo estaba en la creencia de que
el “Kilómetro Cero” estaba en la
Puerta del Sol, junto a la Casa de Correos de Madrid. De allí partían las
seis carreteras radiales a diferentes partes de España, de la misma manera que
de la Puerta
del Sol parten diez calles: Alcalá, San
Jerónimo, Espoz y Mina, Carretas, Correo, Mayor, Arenal, Preciados, Carmen y
Montera. Falta una callejuela en escuadra, que hacía el número once. Era la
calle de Cofreros y que se encontraba con la de la Zarza, entre Arenal y
Carmen. Su desaparición la cuenta de forma muy acertada Ramón Gómez de la Serna
en “Historia de la Puerta del Sol”. Cuenta
el autor:
“Allí hubo
un incendio la noche del 17 de abril de 1815. Entonces sucedió que a las
autoridades, consternadas, se les ocurrió formar una Junta magna de alcaldes
para batir el fuego, y a la
Junta lo primero que se le ocurrió fue embargar todos los
cántaros de los aguadores para ponerlos al servicio de los apagafuegos. El
capitán general entonces propuso combatir el fuego a cañonazos, que derruirían
el edificio en llamas y toda la manzana. Al vicario, sacar en procesión a San
Isidro como se hizo para el fuego de
1790 en la Plaza Mayor.
En el entreacto, los insignificantes ‘jeringas’ de la villa intentaban calmar
el fuego. Resultado: que a la mañana siguiente había desaparecido la manzana
entera, que comprendía 17 casas, y que daba vuelta por la calle de los
Preciados, de la Zarza
y del callejón de los Cofreros”.
Como decía, mi creencia estaba
equivocada. Curiosamente existe otro “Kilómetro Cero” en Sevilla, como hoy
recuerda el diario ABC: “La
sevillana calle de José Gestoso, que al menos desde 1384 y hasta
1918 se llamó calle de la Venera
por la concha de piedra que aún hoy la distingue, da buena
cuenta de ello. Tanto es así, que los cientos de transeúntes que la recorren a diario pasan literalmente por
encima o por delante de las pequeñas pistas históricas que la envuelven: la baldosa que la cataloga como el Kilómetro Cero de la capital hispalense; la venera que se conserva en la fachada de la casa número dos y un rótulo que la bautiza como centro geográfico de Sevilla”. La explicación la da Joaquín
Cortés, jefe del departamento de de la Cartoteca del Instituto de Estadística y Cartografía
de Andalucía:
“A partir de 1845 el cabildo comenzó renombrar las calles, cuando lo consideraba oportuno, con el
nombre de reyes o personajes
ilustres. Y es que, hasta entonces, la mayoría de
los topónimos de las mismas eran gremiales. De esta manera, era la actividad principal
que se desarrollaba en ellas la que determinaba su nombre. La calle Batán, por
ejemplo, se habría llamado así por la antigua fábrica de borras La Torrecilla, que se
ubicaba en sus inmediaciones y era donde los bataneros solían enfurtir paños. En
ese momento también se acordó numerar las calles tomando la Venera
-desde 1918 denominada José Gestoso- como punto de partida, hecho que ha elevado a este preciso lugar
a la categoría de Kilómetro
Cero de la
ciudad”.
Pues nada, quedamos enterados.
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