jueves, 17 de marzo de 2016

Como una hoja en otoño





En un trabajo de El País (“Una niña”) Félix de Azúa comenta, como si se tratase de todo un acontecimiento, que “acaba de publicarse una novela, la última de Celia, que nunca antes pudo ver la luz, excepto una rareza bibliófila de 1987”. La edición de ahora lleva prólogo de Andrés Trapiello. Pues bien, yo conservo uno de esos ejemplares, “una de esas rarezas”, de “Celia en la revolución” con prólogo de Marisol Dorao e ilustraciones de Asun Balzola, publicada por Aguilar y correspondiente a la colección Celia y su mundo, es decir, a la saga familiar de Celia, Cuchifritín, Matonkikí, Mila, Valeriana… Como señalaban los editores (1987) en una nota previa, “el manuscrito de “Celia en la revolución”, encontrado casi casualmente, nunca llegó a ser revisado a fondo por su autora [Elena Fortún], que terminó en 1943 un borrador (así lo dice ella expresamente) en el que su escritura a lápiz, llena de abreviaturas, ha necesitado de interpretaciones muchas veces trabajosas y en algún caso imposibles de todo punto”. (…) “La ‘anomalía’ quizá más llamativa estriba en la cantidad de días que aparentemente pasan desde la noticia de la rebelión en África (capítulo I) hasta la llegada de Celia a Madrid unas semana más tarde (capítulo III). La suma de las jornadas que transcurren en Segovia, más las que dedican las tres hermanas y Valeriana a atravesar la Sierra, resulta cuando menos difícil de cuadrar”. En el prólogo de Marisol Dorao se explica que “a través de esta prematura mujer de quince años (que, gracias a que aparenta más edad puede falsificar la cédula y poner que tiene veintidós años para poder viajar sola) vamos y sentimos los pensamientos y los sufrimientos de Elena Fortún durante la guerra civil española. Celia, que está en Segovia con el abuelo, cuidando de sus hermanas, se tiene que ir a Madrid con Valeriana. Y después a Valencia, y luego a Albacete, y más tarde a Barcelona. Y de vuelta a Madrid, y a Valencia otra vez. Y de allí al exilio. Igual que Elena Fortún”. Yo, de niño, tuve la suerte de poder tener entre mis manos los cuadernos de “Gente menuda” encuadernados por años y que habían sido antes de mi madre. Los conservamos como un tesoro. Esas historietas infantiles aparecían los domingos en el suplemento infantil del diario ABC. Elena Fortún era el seudónimo de Encarnación Aragoneses de Urquijo, que falleció en Madrid el 8 de mayo de 1952. Tomó ese seudónimo de una novela que había publicado su marido, el militar Eusebio Gorbea, que se suicidó años más tarde. También se suicidaría su hijo Luis al poco de la muerte de su madre.

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