La noticia de la prensa es que “un guardia civil fuera de
servicio detiene a un hombre que robaba en un coche”. Para más señas, el hombre
era ecuatoriano. Eso es lo de menos. Podría haber sido bilbilitano o
calagurritano de nación. ¿O es que entre los españoles no hay chorizos? No miro a nadie. A mi entender eso no es
noticia. Un guardia civil, como un policía nacional, está de servicio las 24
horas del día y si se percata de un robo, de un altercado en la vía pública o
de cualquier otro acto delictivo tiene obligación de intervenir de inmediato en
la medida de sus fuerzas, de conformidad con el artículo
5.4 de la Ley Orgánica
de Seguridad Ciudadana 1/1992, donde se establece que “la dedicación profesional, deberán llevar a cabo sus
funciones con total dedicación, debiendo intervenir siempre, en cualquier
tiempo y lugar, se hallaren o no de servicio, en defensa de la Ley y de la seguridad
ciudadana.” Esa misma ley añade que “dicha capacidad de actuación en situaciones graves, la tienen los propios
ciudadanos que incluso pueden practicar una detención, pero no están obligados
a una actuación directa aunque si a un auxilio conciso. En el caso que nos
ocupa, un agente de la Guardia Civil
destinado en el cuartel de Épila fuera de servicio escuchó en una calle del
zaragozano Barrio de las Delicias de Zaragoza
el fuerte ruido de un cristal de un coche al romperse. Sin pensárselo dos veces y tras
identificarse detuvo al autor del intento de robo “in fraganti” en el interior
de ese vehículo. Comprendo que estos días de Semana Santa hay pocas noticias
políticas interesantes pero, puestos a rellenar papel de periódicos, que nos
cuenten otro tipo de “culebrones” con más enjundia. Pero, desde luego, que un
guardia civil fuera de servicio detenga a un ladronzuelo que intentaba robar en
el interior de un coche aparcado en una calle no sólo no es noticia sino que se
me antoja una afirmación obvia, vacía o redundante. Es decir, lo que en
retórica se conoce como una tautología.
Ya sabemos, por tanto, que un policía tiene obligación de actuar estando o no
de servicio. Como un médico, llegado el caso. En la cuestión que nos ocupa, la
prensa escrita, concretamente Heraldo de
Aragón, no ha tenido una “innovación
novedosa” ni tampoco una falta de estilo. Simplemente ha pretendido
transformar en noticia lo que no lo es. Y tal “obsequio informativo” no nos lo ha entregado “gratis”, que también constituye una tautología, sino después de
haber pagado el ejemplar en el quiosco, que ya sobrepasa precio de dos
cruasanes.
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