Hace pocos días comentaba César Alierta en la prensa no entender que la gente no comprase
acciones de Telefónica estando
“tiradas” de precio. Y poniendo la guinda al pastel añadió: "Algo no está
funcionado, las acciones ya subirán porque las cosas caen por su propio
peso". Claro que caen. Eso ya lo dijo un sargento estando yo haciendo la
mili: “La bala no cae por la fuerza de la gravedad sino por su propio peso”. Pues
a Alierta, que no es el caso de aquel sargento chusquero, habría que
responderle que tal vez al inversor no le gusten las puertas giratorias de Triniá, mi Triniá, la de la Puerta Real, ni la del
valenciano Zaplana, o que Rodrigo Rato (que siendo ministro de
Economía esa compañía pasó totalmente a titularidad privada) fuese en su día
consejero asesor, o que Telefónica
pagase 1.403.673 dólares en 2010
a Urdangarín
sólo por figurar, cuando ya había rumores de una investigación contra el yerno
y la hija del entonces rey Juan Carlos.
“Y ese pago de 1’4 millones era, según parece, como responsable de Telefónica en Estados Unidos y América
Latina, ¡toma ya!, desglosado de la siguiente manera: en Estados Unidos,
936.964 dólares, que se completaba con 264.971dólares como directivo en España,
54.969 dólares que le aportaba la filial de la empresa en Brasil y 114.612
euros de Telefónica México”, según datos
extraídos hoy, 1de marzo, de El Español,
que añade: “Según la declaración fiscal de Urdangarin, presentada en 2011 por
los asesores financieros de Price
WaterHouse Cooper, el marido de la infanta Cristina -casado con ella en separación de bienes- cobró en un año
1.403.673 dólares y abonó 326.427 en impuestos. Eso supone un tipo
impositivo del 23%, la mitad del estipulado en España para ese nivel de
ingresos. En los cuatro años que el yerno del rey Juan Carlos estuvo contratado
para Telefónica en EEUU (2009-2012),
Urdangarin pudo ingresar 5,6 millones” (…) “Fuentes de la propia
compañía enmarcan el fichaje de Urdangarin por Telefónica en la voluntad de la Casa Real de que el
yerno del rey Juan Carlos tuviera un puesto fijo y dejara de realizar trabajos
de intermediación para distintos empresarios nacionales ante las
administraciones. Por eso y según esta versión, la multinacional española
desplazó al matrimonio Urdangarin-Borbón
fuera de España y utilizó la imagen del ex duque de Palma para hacer lobby y
abrir puertas en EEUU y América Latina. Entre las escasas iniciativas
que se recuerdan del ex duque de Palma para Telefónica
está la de intentar cerrar sin éxito la oficina de la empresa en
Nueva York”. (…) “Según publicó el
diario El Mundo, el contrato del ex duque de Palma incluía también un
blindaje de 45 millones de euros si era despedido por cualquier causa". Pues
bien, la gente no compra acciones de Telefónica
por muchas razones. El mercado es así de caprichoso. Otra cosa distinta es que
esas razones no las entienda César Alierta, el gestor de las matildes.
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