domingo, 11 de septiembre de 2022

Arriba y abajo



 

Ayer, “La Sexta noche” nos sorprendía con dos temas monográficos que duraron hasta las dos y cuarto de la madrugada: la monarquía y la pobreza de los españoles generada por la subida de tipos, de las energéticas y la inflación galopante. Me vino a la cabeza la novela de John Hawkesworth  “Arriba y abajo” y la mansión de Eaton Place donde, arriba, la familia Bellamy constituía un reducto de viejas tradiciones y de un aristocrático estilo de vida que los aires del siglo XX  ya habían comenzado a transformar. Y abajo,  Hudson,  Bridges Rose y el resto del servicio vivían  todos los acontecimientos de esa familia. Parecía normal que en la tertulia de los sábados se hablase largo y tendido sobre la muerte de Isabel II y la herencia dejada a su sucesor, Carlos III. Pero, por aquello de ir por atún y ver al duque, se aprovechó para elogiar  sin venir a cuento a la consorte de Felipe VI, Letizia Ortiz con motivo de estar a punto de cumplir los 50 años. Vamos a ver: una cosa es la Reina de Inglaterra, que fue además de ello, monarca de los quince países que conforman la Mancomunidad (Commonwealth), con estandarte real oficial cuando se encuentra en uno de esos países; y  cosa muy distinta es ser consorte de un monarca español heredero del franquismo. Dicen que las comparaciones son odiosas. Pues bien, en este caso sí lo son. Jaime Peñafiel decía en tono irónico que “pronto, en Europa solo quedarán  la Reina de Inglaterra y los cuatro reyes de la baraja”. Ya, ni eso. Los televidentes, como decía, tuvimos que escuchar una hartazón monárquica insufrible, de las de tener que tomar bicarbonato para calmar la acidez. Pero después de aquella bucólica semblanza azucarada de los de arriba, llegó el turno de los de abajo, donde una vez más intentaron explicar al común de los mortales el disparado y disparatado recibo de la luz en el mercado libre y en el mercado regulado, haciendo comparativas también sobre el precio del gas, sobre la subida de tipos de interés, sobre el precio de los ajos, sobre la congelación de salarios y sobre el rabo de desgracias que nos acechan para este invierno si no disponemos de batamanta y gorro ruso. No sé si me llegará en navidades para comprar el mazapán, el guirlache y las botellas de sidra “El gaitero”, el champán de los pobres.  Los ciudadanos de a pie nos hemos convertido en moscas entre dos cristales, que vemos qué sucede arriba y abajo aunque debemos movernos en la horizontal. El vomitivo glamur de las revistas de papel couché sirve para que las amas de casa las repasen en la peluquería o en la sala de espera del dentista. Pero la realidad es distinta aunque nada nos impida poder seguir jugando con el soldadito de plomo al que le falta una pierna, tanto en las tardes de lluvia como en las noches de insomnio. El tiovivo siempre se detiene tras un viaje a ninguna parte. 

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