lunes, 26 de septiembre de 2022

Libertad por encima de todo

 


El partido político Hermanos de Italia ha conseguido llevar al poder a la ultraderechista Giorgia Meloni, que forma parte de la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi, en unos comicios donde la participación ciudadana  ha sido menor al 64 por ciento. Tiene razón Rodríguez Zapatero al afirmar que la Europa actual se parece mucho a la de los años 30 del siglo pasado. ¿Qué diferencia existe entre la actual invasión rusa en Ucrania  con la de los nazis en Polonia en septiembre de 1939? Ya sabemos por la Historia cómo terminó aquella “aventura” coreada por alemanes que estaban pasando hambre y con una devaluación del marco que les empobrecía. Su devaluación exponencial ya en 1921 (durante la Republica de Weimar) marcó un tipo de cambio de 330 marcos por dólar. El marco, como digo, no servía ni para forrar biombos. Pero entre 1921 y 1923 el tipo de cambio pasó a más de un millón de marcos por dólar. La culpa fue del Tratado de Versalles, “obligando” a Alemania a emitir más papel moneda del que le permitía su economía para hacer frente a los gastos de guerra exigidos por los países ganadores del conflicto. Los nuevos billetes emitidos (papiermark) no tenían respaldo en oro, hasta el punto que Francia, Bélgica y Gran Bretaña exigieron que Alemania saldase sus deudas con bienes fungibles, o sea, con recursos naturales. Durante aquella hiperinflación galopante, ayuntamientos, bancos y empresas emitieron notgeld, que eran “papel mojado”, o sea, unos documentos con promesas de pago. Todo ello fue consecuencia de que en 1934 Hitler se hiciese con el poder en Alemania. La población alemana percibía que los hebreos monopolizaban profesiones como profesores, médicos o abogados. La  mayoría de ellos residían en zonas urbanas, y siglos de marginación habían convertido la educación en su única arma disponible para progresar socialmente. Hitler responsabilizó a los judíos de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial e inició una salvaje campaña que tuvo su punto culminante en “La Noche de los Cristales Rotos”, en 1938. Aquella madrugada se prendió fuego a 267 sinagogas, se saquearon cerca de 7.500 comercios, se detuvieron a 20.000 alemanes de origen hebreo y se impuso una gran multa a la comunidad judía para “compensar los daños”. Aquello fue el germen de la “solución final”; es decir, de un holocausto que avergonzó a todos. Eso no debe repetirse. No quiero terminar sin hacer referencia a algo escrito por Javier Marías en su novela “Así empieza lo malo” (Alfaguara, Madrid, 534 páginas 2014): “De la libertad se puede prescindir. De hecho es lo primero de que los ciudadanos con miedo están dispuestos a prescindir. Tanto que a menudo exigen perderla, que se la quiten, no volver a verla ni en pintura, nunca más, y así aclaman a quien va a arrebatársela y después votar por él”. El triunfo de Meloni en Italia es un aviso a navegantes.

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