sábado, 24 de septiembre de 2022

El juego de la rana

 


Se cuenta que un cacique peruano  lanzaba pequeños trozos de oro a una laguna, con la esperanza de que uno de aquellos batracios se lo tragase para que se cumpliese un deseo. Es posible que así naciera el juego de la rana, un entretenimiento de puntería consistente en intentar meter una ficha de hierro (petaco) por la boca abierta de una rana metálica colocada sobre una pequeña mesa de madera. Hoy hasta tiene su reglamento y sus normas. En el juego existe una rana verde en el centro, un molino delante, dos puentes en los laterales y cinco agujeros. En función de las dificultades se consiguen puntos. El juego de la rana desapareció de las tabernas, sobre todo en las de norte de España, el día que se implantaron las máquinas tragaperras. Hoy resulta difícil entrar en una tasca como las de antes, con el rótulo del nombre del dueño (Pedro, Sixto, Luis…) con poca luz, un mostrador alto de mármol oscuro y un camarero al otro lado de la barra en mangas de camisa y delantal azulón  despachando “chatos” de vino peleón en botellas de anís recicladas y platillos en forma de barquita con “gildas”, gambas cocidas, o tacos de escabeche. Tampoco es fácil encontrar aquellos vasos cortos y de cristal grueso cuyo continente exiguo dio nombre al contenido. Las antiguas tabernas también disponían de mesas cuadradas de madera donde poder sentarte a compartir un porrón con los amigos. Al fondo, colgado de la pared, se encontraba un letrero que avisaba “prohibido cantar, blasfemar y hablar de política” y el juego de la rana, que animaba a jugar el importe de la consumición. Y echando chatos de vino manchego a la andorga, fumando “ideales”  y comentando el triunfo del  Athletic  en Las Corts, con los goles de Arieta y Gainza  en la portería defendida por Ramallets, se hacía el tiempo de asueto más llevadero.

No hay comentarios: