El derecho consuetudinario es derecho
normalmente no escrito que hace referencia a aquellos actos repetidos en el
tiempo que terminan adquiriendo fuerza de ley por el uso de la costumbre. A eso
iba. En Aragón, como en otras regiones de España, algunos tipos pretenciosos
intentan conseguir que una peregrina idea gastronómica se convierta sin el poso
del tiempo necesario en algo típico de la zona. Eso sucedió con demasiada
frecuencia en la repostería con la llegada de la creación de las 17 Autonomías
más dos ciudades autónomas y de sus correspondientes estatutos autonómicos. En
Aragón, donde resido, aparecieron días festivos de carácter provincial y local
que con anterioridad no se contemplaban en los calendarios laborales, por
ejemplo San Jorge, convertido en patrón de Aragón y la Cincomarzada, fiesta
local de Zaragoza. La cincomarzada recuerda una escaramuza entre carlistas e
isabelinos acontecida en 1838. Y por aquello de que el Jalón pasa por Calatayud,
se aprovechó cada festividad señalada para que los confiteros hicieran
determinadas tartas, roscones y pasteles en cada una de esas fechas: el “lanzón”, por San Jorge; “la corbata”, por san José; la “tetica” por santa Águeda; el “manto” por el Pilar; etcétera. Y nos
pretendieron hacer creer que todos esos dulces, más los que me dejo en el tintero
por no aburrir al lector, eran los productos típicos de siempre que había que
comprar coincidiendo con cada fecha. Este verano, ya a punto de acabar, estuvo mi
hija en Toro (Zamora). Al regresar, nos contó a su madre y a mí que en los
bares todos los toresanos acompañaban el vino o la cerveza en los bares con unas
tapas que allí llaman “calandracas”.
Mi mujer, toresana de nación, jamás había escuchado mencionar esa tapa, con lo
que se demuestra que ese bocado fue invención reciente de algún hostelero resabiado; y
que, por extensión y dado su éxito, se propagó al resto de las barras de bar de
otros establecimientos. Las “calandracas”
son fáciles de cocinar. Para ello se necesitan salchichas de cerdo, un vaso de
vino blanco, lonchas de jamón de York, lonchas de queso y harina. Todo ello,
enrollado, se fríe en la sartén con tempura (masa orly). Se sirven calientes,
con un palillo atravesado. Las “calandracas”,
acompañadas de un tinto “Gran colegiata”,
de bodegas Fariñas, dicen que están
deliciosas. Ya se lo contaré a ustedes cuando las pruebe.
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