Los domingos
por la tarde, las viejas salían al portal para jugar al guiñote, sus maridos
acudían al bar para tomar café y también
a jugar al rabino y los niños se ponían en fila en la plaza de la Iglesia para
asistir al catecismo de la doctrina cristiana. El pueblo estaba silente y, en
un momento dado, de un balcón de la calle Real salía el sonido de un microsurco
con el himno “Dios salve a Francisco el Emperador”
de Franz Joseph Haydn. En el
interior de la casa estaba don Walter
sentado en un sillón de orejas con una batuta en la mano al tiempo que una asistenta octogenaria fregaba los
cacharros de la cocina. Aquel himno -según contaba don Walter a las visitas-
fue coreado en presencia de Su Majestad el 12 de febrero de 1797, día del cumpleaños
del Emperador Francisco José en el Teatro de Viena: “Gott erhalte Franz den Kaiser, unsern guten Kaiser Franz…”.
Después, don Walter se echaba una siesta. Cuando se despertaba, se quitaba el
batín y se ponía un traje con gola que guardaba en una vitrina muy parecido al
que vistió Alfonso XIII, que entre
otros títulos poseía los de general
del Ejército inglés y coronel honorario del 16º Regimiento de Lanceros de la
Reina, del Regimiento de Ulanos sajones de Leipzig Nº 18 y del 5º Regimiento de
Artillería de Campaña de Baviera Koning Alfons von Spanien. En reciprocidad, Alfonso XIII nombró a
Francisco José I coronel honorario del Regimiento de Infantería de León Nº 38,
y así se hizo constar en un Real Decreto
de 30 de noviembre de 1905. Aquel uniforme de coronel del regimiento español
llegó al Museo de Infantería,
precedente del actual Museo del Ejército,
en 1924, desde el Regimiento León Nº 38, al que lo habían donado los
herederos del difunto emperador austríaco. Se trataba del uniforme de gala
reglamentario en 1908, que se distinguía por el color blanco del plumero del
ros, denominación que recibió esta prenda de cabeza en honor a su creador, el
general Ros de Olano. El
número del regimiento aparecía en el cuello de la guerrera, y el grado de
coronel se representaba mediante las tres
estrellas en las bocamangas de la
guerrera y del abrigo. Las hombreras, conocidas como dragonas, incorporaba el
anagrama de Alfonso XIII, que también estaba presente en la gola que lucía en
el cuello. Don Walter, con aquel uniforme puesto, se miraba en un espejo
colonial, saludaba marcial desde el balcón y volvía a regresar al interior. Se
sentaba en su sillón y encendía un “chéster”
con un “IMCO", en el que posteriormente se inspiró el "Zippo" americano, de diseño austríaco que
utilizaba queroseno, también llamado mechero de martillo, muy usado en España y
que hoy es un adminículo de coleccionista.
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