martes, 20 de junio de 2023

De tumbos por la corredoira



Leo en la prensa aragonesa que “detienen a la cuidadora de un anciano en Zaragoza tras robarle 600 euros y morderle en una mano. Días antes, esa mujer había perdido el trabajo por golpear al hijo del anciano, que tuvo que ser atendido de lesiones al caer al suelo tras el forcejeo”. Es ingrato morder la mano que te da de comer. Esa mujer ingrata, casi septuagenaria, capaz de morder al  nonagenario, golpear al hijo y tirarlo al suelo como si le aplicase el “lazo de Lambán”, fue detenida por presuntas lesiones y robo con violencia y conducida al juez de guardia, donde, una vez escuchada, fue puesta en libertad. Claro, nada comparable lo de esta mujer con lo ocurrido en 2009 en San Martiño de Loiro (Orense), donde un ex guardia civil, José Rodríguez Montes, mordió  a un vecino, Gumersindo Valencia Lamas, en un  dedo hasta dejarle solo el hueso y las piernas por una cuestión de lindes de un solar. Parece ser que Gumersindo Valencia, que regentaba una carnicería en el barrio de O Couto, paró su coche en el centro de Loiro para entregar un pedido de carne a una cliente. Al apearse de su automóvil se percató de la presencia del presunto agresor, que le increpó por haber intercambiado un terreno con la hermana del ex guardia civil. Entonces fue cuando José Rodríguez, que se encontraba en el interior del bar que regentaba Miguel Borrajo, salió enfurecido, se lanzó encima de Gumersindo Valencia como un tigre y le hizo tales desavíos. Los gallegos son muy suyos. Nada de eso hubiera sucedido si el alcalde pedáneo de entonces hubiese puesto su vara de mando a disposición de esos vecinos, practicando con ella las mediciones pertinentes y sacándoles de dudas. A la vara de alcalde hay que saber darle utilidad para ajustar medidas en lindes y rijas, sobre todo en Galicia, en un intento de limar asperezas ante una ferocidad elemental y telúrica; donde, como cuenta Cela en “Mazurca para dos muertos”, “canta el eje del carro de bueyes que va dando tumbos por la corredoira y su chirrido ahuyenta al lobo y alerta a la raposa, El mundo es una caja de resonancia y la piel de la tierra es como la badana del tambor…”.

 

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