miércoles, 21 de junio de 2023

Nuestra ínsula Barataria

 

En el capítulo XLV de “El Quijote” se cuenta  “de cómo el gran Sancho Panza tomó la posesión de su ínsula y del modo que comenzó a gobernar”. La prensa, en general, ya ve como ganador absoluto el próximo 23 de julio a  Alberto Núñez  Feijóo, cuyo segundo apellido termina con dos “oes”, como los impertinentes de Francisco de Quevedo, que marcaron tendencia en gafas. Quevedo tenía una considerable miopía y optó por utilizar unos anteojos de montura simple y cristal de Murano que carecían de patillas y se adaptaban en forma de pinza en la nariz. La primera representación pictórica de ese artilugio es de 1352 realizada por Tommaso de Módena, donde se puede observar al cardenal Hugo de Provenza leyendo. En España, portar gafas en los tiempos de Quevedo fue un signo externo de riqueza. En el capítulo de “El Quijote” al que hacía referencia puede leerse:  “¡Oh perpetuo descubridor de los antípodas, hacha del mundo, ojo del cielo, meneo dulce de las cantimploras, Timbrio aquí, Febo allí, tirador acá, médico acullá, padre de la poesía, inventor de la música, tú que siempre sales y, aunque lo parece, nunca te pones! A ti digo, ¡oh sol, con cuya ayuda el hombre engendra al hombre!, a ti digo que me favorezcas y alumbres la escuridad (sic) de mi ingenio, para que pueda discurrir por sus puntos en la narración del gobierno del gran Sancho Panza, que sin ti yo me siento tibio, desmazalado y confuso”. Eso no es nada para los piropos que la prensa escrita dedica al aspirante a gobernar España, el gallego en el que tiene puestas todas sus complacencias y que les proporcionará  -al menos eso piensan sus directivos-  el “maná” de las ayudas que necesitan para que puedan seguir funcionando las rotativas. La prensa ha ido comprobando como subía el precio del papel, al tiempo que disminuía la publicidad y enflaquecía su “cast flow” por los continuos recortes de plantillas, los expedientes de regulación de empleo y la progresiva disminución de lectores. Las promociones gratuitas ya no molan. Nadie desea el cupón para un cueceleches o una manta eléctrica cuando se acerca al quiosco. El ciudadano  solo demanda lo que se espera encontrar; o sea, información veraz y contrastada y artículos de opinión objetivos y sin bamboleo de botafumeiros. Tampoco es tanto pedir. España no puede convertirse en la casa de tócame Roque donde reine la confusión,  ni en una ínsula Barataría en la que pueda gobernar cualquier sansirolé favorecido en las urnas por los deméritos del antecesor. Ramón de la Cruz, en su sainete “La Petra y la Juana o el buen casero”, dio buena cuenta de lo acontecido en aquel patio de vecindad de la madrileña calle del Barquillo. Igualmente, en aquel patio de Monipodio  plasmado en “Rinconete y Cortadillo” que situó Cervantes en Sevilla, pero que ahora se expande como una mancha de aceite por toda la geografía de la España cañí.

 

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