jueves, 1 de junio de 2023

Inteligencia de laboratorio

ChatGPT es un prototipo de chatbot de inteligencia artificial desarrollado en 2022 por OpenAI que se especializa en el diálogo. Y a ese prototipo endiablado se le ha preguntado por las ciudades más feas de España. Y ha respondido en lo referente a comunidades autónomas. Lo acabo de leer hoy en el diario ABC. En Andalucía, Algeciras; en Aragón, Teruel; en Asturias, Avilés; en Madrid, Parla..., etcétera. Me ha venido a la cabeza la milonga “No hay tierra como la mía”, de Francisco Canaro: “No hay tierra como la mía/ y esta milonga le canto/ y si alguien me desafía/ me juego dándole tajo…”. Si les digo la verdad, fiarse de la inteligencia artificial, que carece de sentimientos y es fría como una trucha del río Piedra, es propio de memos. Cualquier persona que haya nacido en una aldea que no figura ni en los mapas de carreteras siempre llevará en su memoria allá donde se encuentre el recuerdo de su niñez, donde no había de nada, pero que para ese niño había de todo porque necesitaba de poco, un tirachinas, un balón de badana medio descosido, o una espada de madera, para entretenerse e imaginar que era Gento o el Capitán Trueno. Con las ciudades pasa lo mismo. Las embellecen los alcaldes que se lo proponen, y las hacen tristes y feas la desidia en la conservación de los cascos históricos , la falta de recursos para acometer las necesarias reformas urbanísticas y los despilfarros en vino y rosas. La belleza es subjetiva. Considero que una de las ciudades más feas de España es Benidorm, con esos rascacielos horrorosos cerca de la playa. Es un ejemplo claro de lo que no se debió nunca permitir, como tampoco se debió aprobar hacer “El Algarrobico”, al norte de Carboneras (Almería), en un terreno no urbanizable y catalogado como  parque natural del Cabo de Gata”; donde, para más inri, se incumplió  la Ley de Costas. De hecho, existen más de 20 pronunciamientos judiciales que demuestran esa ilegalidad, pero la Junta de Andalucía mira para otro lado y la orden de demolición sigue estando incumplida. Me viene a la memoria la época del gobierno de un alcalde socialista en Zaragoza, González Triviño, que sembró la ciudad de adefesios urbanos. En la plaza del Pilar se puso tanto cemento a manta que durante el mes de agosto se podía freír un huevo con solo arrimar la sartén al suelo cinco minutos. También hay que señalar que hubo una alcaldesa, Luisa Fernanda Rudi del PP (ahora "rumiando" silente como una vaca pasiega en el Senado) que no hizo nada útil. Se justificaba contando a los medios que sus mejoras no las notaba el ciudadano porque eran en el subsuelo, saneando tuberías obsoletas. Y fue justo en esa época cuando hubo más roturas de colectores e inundaciones de calles céntricas. Quien lo ponga en duda, que se lo pregunte a los empleados de la Librería General del Paseo de la Independencia. Lo peor es que cuando esos ineptos alcaldes se marchan, o “les dan tajo” las urnas, los adefesios permanecen para vergüenza de todos.

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