jueves, 9 de mayo de 2024

Gastronomía postal

 


Correos, que cada día funciona peor, y la rimbombante Real Academia de Gastronomía se han puesto de acuerdo para lanzar una serie de sellos postales haciendo referencia a diecinueve platos típicos de la cocina española. Se irán emitiendo progresivamente los siguientes sellos: gazpacho andaluz, pollo al chilindrón de Aragón, fabada asturiana, tumbet de Islas Baleares,  papas arrugadas con mojo de Canarias, cocido montañés, perdiz a la toledana de Castilla-La Mancha, lechazo asado de Castilla y León, paella valenciana,  patatas a la riojana, cocido madrileño, caldero del Mar Menor, menestra de verduras de Navarra,  bacalao al pil-pil del País Vasco (¿por qué no “a la vizcaína”?), corazones de pollo de Ceuta, cazuela de rape a la rusadir de Melilla, pulpo a feira de Galicia, pan am tomaquet de Cataluña, y gazpacho andaluz. Así serán todas las que están y estarán todas las que son. Lo contrario es “ni”, esa conjunción copulativa usada para coordinar de manera aditiva frases que denotan negación. “Ni son todos los que están…, etc.”, que según se cuenta por ahí lo usó un tal Gumersindo Garrafé  Salobreña en 1615 en la taberna Clavelitos de Mairena del Aljarafe, provincia de Sevilla. Se refería, dicen, a que no todos los que en ese momento estaban presentes en alguna de las 10 procesiones que recorrían sus calles eran de ese pueblo ni que todos los de aquel pueblo estaban presentes en los actos. Lo que acabo de contar no es cierto, como tampoco lo es la mayoría de cosas que escribo en este blog por ejercitar mis dedos en el teclado del ordenador. Sí es cierto, lo juro por Roenueces, que Mairena del Aljarafe perteneció al conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV y que, tras su muerte en Toro en 1645, Mairena del Aljarafe pasó a mayor gloria de la acaparadora Casa de Alba. Pues bien, repasando esos platos regionales que irán apareciendo en los sellos de Correos como el que sirve un plato del menú turístico (hijo de la explosión del turismo en los 60) no estoy muy de acuerdo en que tales opciones representen a los más típicos platos de cada región sino un tópico recurrente, lo diga La Real Academia de Gastronomía ( por cierto, subvencionada con dinero público como todas las ‘reales academias’), Luis Suárez de Lezo, jefe de los triperos mayores del Reino, o su porquero, o sea, el famélico diablo que más tarde recoge cada real opulenta mesa. En fin, esos sellos les aseguro que no matarán el hambre ni con el matasellos. Además, casi nadie escribe ya cartas desde que se murió don Juan Valera y el ente Correos y Telégrafos está hecho unos zorros desde que Núñez Feijóo (ahora aspirante a gobernar España con la ayuda de Vox) dirigió esa entidad pública, virando  desde el servicio público monopolístico hacia la libre competencia empresarial como sociedad anónima estatal. ¡Qué risa de hombre…! Como decía una mujeruca de un caserío próximo al Funicular de Larreineta (no ‘de La Reineta’, como dicen los tontos del haba), aquel ferrocarril para grandes pendientes del Valle de Trápaga que unía dos estaciones: “A mi marido le encanta coleccionar sellos. Es un gran sifilítico”.

 

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