sábado, 4 de mayo de 2024

Hamburguesas a go-gó

 


Sí, cierto, cada día hay más concursos televisivos relacionados con la cocina, cada vez existen más libros sobre el tema y ser cocinero hoy es como ser el descubridor de la penicilina. La profesión se han endiosado hasta límites insospechados y sus creaciones, eso que ahora se define como ‘cocina de autor’, tienen más de hechuras aparentes que de consistencia práctica. Contar con una ‘estrella Michelín’ es como haber conseguido  la máxima recompensa y disponer de un ‘solete de Repsol” equivale a que el propietario de la taberna que lo ha conseguido puede justificar, por el hecho de haberlo logrado, la subida de precios de sus tapas de mostrador sin que proteste el cliente. También, que les
resulten más sustanciosas al paladar a los snobs de bolera. Hay dos cosas en España que casi tienen el valor de los tulipanes en los años 30 del siglo XVII, en un periodo de gran prosperidad en los Países Bajos. El objeto de la burbuja fueron los bulbos de tulipán, que multiplicaron su valor por 100 en tan solo cuatro años, para después caer estrepitosamente creando una grave crisis económica. Hay dos cosas que han producido una gran burbuja: una, los relojes de pulsera, tan codiciados en los mercados y robados a los turistas a golpe de tirón; otra, las hamburguesas, donde ya casi se ha llegado al límite de la perfección, o de la estupidez.  Cada burger tiene su toque especial de elaboración; verbigracia:la “Royale Premium”, con carne de Wagyu-añojo, queso azul Stilton, lechuga romana, cebolla caramelizada, pepinillo y salsa Royale; la “Pepita Burger”, con queso Cheddar, lechuga, tomate y cebolla roja; o la “Pink’s”, que más triunfa en Instagram. Es evidente que las franquicias de empresas multinacionales (léase  McDonald’s, Burger King, Tate’s Burger, etcétera) deberán ponerse las pilas y adaptarse a las nuevas tendencias que dicta el mercado. La famosa  Whopperde  Burger King y la típica “Happy  Meal”  de McDonald’s son ya ofertas viejunas dignas de estar en la vitrina de un Museo del Mal Gusto. Servidor de ustedes, que es de fácil conformar y amante de eso que se conoce injustamente por “comida basura” , se inclina por  Foster’s Holliwood “ y su insuperable hamburguesa de vacuno ‘Black Label Burger’, queso ‘Heddar ‘ y cebolla al Oporto sobre base de tomate, lechuga y mayonesa con sabor a trufa, que se acompaña con guarnición de patatas ‘Dipper’ , con queso ‘Parmigiano Reggiano’, pepinillo ‘pickle’ y mayonesa con sabor a trufa. Se puede cambiar esa guarnición por: patatas fritas, patata asada con crema agria o mantequilla, ensalada ‘green & cheese’ o ensalada de col. Y para beber, lo de siempre: agua fresca ‘Cabreiroá’  de Verín, que significa “pis de cabra”. Por cierto, la hamburguesa la tomo, dado su tamaño, troceada con cuchillo y tenedor, y el agua la bebo siempre en vaso. Comer con las manos lo que se controla mal y se desparrama, como es el caso de las hamburguesas de varias capas, o beber  botellines a morro, no fue nunca mi estilo.

 

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