domingo, 21 de julio de 2024

Sobre husos horarios

 


Leo en un diario local que “Zaragoza contará con un reloj de sol de gran precisión y con mensaje ecologista”. ¡Viva el rumbo! Algunos caciques de mierda, que se alegraron cuando desmantelaron el reloj solar de la plaza de Santa Engracia, ya dan por hecho algo que todavía está por ver. Lo del reloj de precisión lo llego a entender siempre que el Sol no se cambie por un motivo astronómico, que la Tierra no modifique su órbita,  que el nomón no se mueva de su sitio debido a una sacudida telúrica, o que sufra una inclinación severa como le sucedió a la Torre Nueva y nos quedemos a las buenas noches. Lo único que en España modifica la hora es el BOE y el Gobierno, según  aplique el horario de invierno o de verano. Que a mí me conste, en España se modificó el huso horario por Franco (BOE 7/3/1940) con aplicación desde las veintitrés horas del 16 de marzo de 1940, salvo en el archipiélago canario, cuando  se adelantó 60 minutos, en sintonía con el horario impuesto en la Alemania de Hitler en los territorios ocupados. Es decir, que se adoptó la Hora Europea Central (Berlín) en vez que la Occidental (Londres). Hasta aquel mes y año, los españoles se regían por el meridiano de Greenwich, que pasa imaginariamente por Caspe. Personalmente, aunque carezco de estudios de Gnomónica, soy consciente de que un cuadrante solar emplea la sombra  arrojada sobre una superficie con un a escala que indica la posición del Sol aparente en su movimiento diurno. Ya en tiempos del faraón Tutmosis III  (1.500 años a.C.) se diseñó el sechat, que constaba de dos piezas prismáticas pétreas de tres decímetros de longitud. Una de las piezas tenía marcadas las horas, la otra pieza servía de agua. En Mesopotamia conocían la hora por construcciones con peldaños (zigurats) donde se contaban los escalones oscurecidos por la sombra de sus bordes. Pero la referencia más antigua  sobre relojes de sol data del siglo VII a. C. Se trata del famoso Cuadrante de Ajaz, mencionado en la Biblia (Isaías 38:8) también en forma de terraza escalonada. Lo que ahora se pretende hacer por parte  de la Fundación Ingenio Azul (la misma que pretende reconstruir  la derribada Torre Nueva) es un reloj de sol para colocarlo en la zaragozana plaza de Paraíso. Según  uno de los creadores, Juan Antonio Ros, “la obra consta dos relojes solares en una misma estructura que darán la hora en números con un margen de error de tan solo dos minutos. También será capaz de señalar hitos relevantes del año como los equinoccios y los solsticios, así como las constelaciones zodiacales”. El reloj solar ya tiene hasta nombre: “Conciencia”. Ros es, también, el autor del reloj de sol instalado en 2009 en el zaragozano Parque de Oriente,  capaz de precisar la hora con un margen de error de 15 segundos. El nomón tiene 48 metros de largo, 31 metros de alto y pesa 50 toneladas. Su coste fue de 147.500 euros, que parece mucho dinero pero esa cifra es muy inferior al valor de un reloj de pulsera de un pijo con posibles.  En el caso que nos ocupa, la última decisión la tiene, supongo, la folclórica alcaldesa Chueca. Al final, ya verán, nos haremos con la picha un lío. La hora que marque la sombra del nomón en el centro de Zaragoza no será la hora señalada por el Gobierno, y los llegados de los pueblos para hacer unas compras  en la droguería “Alfonso”, que para eso vienen, acabarán perdiendo el tren de regreso y a culpa será de Sánchez. Aquí lo dejo. Mi reloj de sol de la oficina de las tripas me señala que debo ir a comprar algo de comida al súper que abre hasta los domingos y es de hechuras catalanas, aunque sea verga de buey, que no es lo mismo que rabo de toro. Abur.

 

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