domingo, 18 de agosto de 2024

Como en las viñetas de "Jaimito"

 


Si intentar robar un banco ya es cosa complicada de por sí, más todavía es pretenderlo hacer con una excavadora, como sucedió días pasados en el zaragozano barrio de  Monzarbarba, de madrugada y produciendo un ruido que hizo despertarse a muchos vecinos. Hace falta ser brutos y tener el cerebro del tamaño de un grillo. Para ello, los ladrones habían quitado a un coche el techo para poder meter el cajero automático en su interior, en el supuesto de conseguir su propósito y sin haber valorado el peso del arca. Solo lograron empotrar la excavadora en la fachada de la Caja Rural de Aragón antes de que apareciesen las fuerzas del orden (Policía y Guardia Civil) avisadas por los vecinos insomnes. Aquel bochornoso espectáculo llevado a cabo por unos cacos  a la violeta, Tejeringo, Bolita, don Camorra y su hermano Tontilón, todos ellos como sacados de unas viñetas del “Jaimito”,  tuvieron que poner pies en Polvorosa. No sé si ya habrán dado con ellos, a los que no se podrá acusar de robo, ya que nada se llevaron, sino de estragos. Qué gracia. ¡Menos mal que no les dio por robar el joyero del Pilar! Por cierto, la explicación de la frase “poner pies en Polvorosa” procede de la batalla de Polvorosa, en Palencia, cerca del río Órbigo, librada en el siglo IX por el rey asturiano Alfonso III el Magno (último rey de Asturias y primero de León, hijo y sucesor de Ordoño I, que tuvo que enfrentarse al conde de Lugo Fruela Bermúdez, que le disputaba la corona, y más tarde acabó siendo derrocado por su hijo primogénito García) contra los sarracenos al mando del príncipe omeya al-Mundir, hijo de Mohamed I, y que en batalla desigual los sarracenos tuvieron que salir de estampida. Para José María Iribarren, ‘polvorosa’ era, en lenguaje de germanía, el camino de los delincuentes de los siglos XVI y XVII y a la polvareda levantada en los caminos de tierra durante su huida. Parece ser que el ejército musulmán se desplazaba en el año 878 desde el sur de la península hacia Astorga. Cruzaron el puente de Deustamben sobre el río Esla (construido por Pedro Deustamben, maestro de obras de la basílica de San Isidoro, en León) situado entre los municipios de Arcos de la Polvorosa y Villaveza del Agua,  y continuaron por el lado derecho del río Órbigo, con el objetivo de llegar a la capital de La Maragatería lo antes posible y, así, poder evitar la posible llegada de refuerzos del rey leonés Alfonso III. Pero el rey cristiano conocía la llegada de las huestes moras y se adelantó a sus movimientos con una emboscada. Las tropas islámicas pensando que eran superiores, se precipitaron en el fragor de la batalla sin orden y con la corriente del río en su contra. Terminaron masacrados por los cristianos con más de 12000 bajas.

 

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