jueves, 15 de agosto de 2024

Tontos de la Meseta

 


No ha gustado a los madrileños que un bar de Mera, en el municipio de Oleiros (La Coruña) cierre su puesta una semana “por causa -así lo señalan- de los tontos de la Meseta porque produce mucho desgaste en el personal por su prepotencia”. No sé, maleducados hay en todas partes, también entre clientes y camareros. El bar se llama “Puerto Martina Baar”, donde espero no ir.  Los responsables del negocio se quejaban también de problemas con el consumo de alcohol en menores de edad, que falsifican el DNI para ser atendidos.  Pero lo que más me ha llamado la atención es que a los madrileños les llamen “tontos de la Meseta”. Deberían haber sido más explícitos esos gallegos en sus apreciaciones  y ampliar  esa displicencia hacia los habitantes de la Meseta Central, que comprende Madrid, Castilla y León, Extremadura y Castilla-La Mancha. Todos ellos son mesetarios de la ancha Castilla. Menos mal que no han dicho esos gallegos degastados que a los madrileños  les afectó en sus cerebros  el choque de las placas tectónicas que produjeron esa elevación horizontal.  “De hecho casi todos somos mesetarios, o sea, de carácter austero, cerrado, conservador y con poca tendencia a desplazarse a otros lugares, y el conocimiento de otras tierras y culturas distintas a la suya les causa una gran ignorancia y terquedad en sus convicciones”,  según señalaba Ángel Andrés Martínez Argos, en un artículo recogido en el Centro Virtual Cervantes. Y añadía que “el mesetario es aquel que siempre va a Galicia recién vacunado, como quien se va de safari a la sabana africana, solo que en vez de cazar leones y rinocerontes aquí el‘madriles’ se lía a tiros con los crustáceos. El centralista  -como apuntaba Castelao-  piensa que las nécoras ya salen coloradas del Atlántico, porque siempre que las ve están hervidas, sobre un plato y con su hojita de laurel. El capitalino también cree que en provincias estamos sin civilizar y trae unas pesetas en los bolsillos por si todavía, esos pobrecillos, no hemos entrado en la zona euro. Se siente un poco como aquellos viajeros británicos del siglo XVIII, que llegaban a España a lomos de una mula para ver si de verdad éramos tan pintorescos como en las láminas de las enciclopedias”.  La prepotencia es síntoma de narcisismo y de estar atenazado por una gran inseguridad, real o imaginaria, siempre carente de empatía. Los gallegos, en general, son buena gente, es decir,” coitadiños, humildes, desconfiados, misteriosos y hospitalarios. Por eso me extraña el comportamiento de los merachos de ese bar gallego donde se espanta a la clientela mesetaria por considerarla prepotente; y que, a lo sumo y sin mala intención, pretenden pagar las consumiciones con doblas, patacones y maravedíes de los tiempos de la Batalla del Salado.

 

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