viernes, 30 de agosto de 2024

El pollo no tiene la culpa

Estoy convencido de que los mejores artículos son los que salen al correr de la pluma (cálamo currente) y sin excesiva reflexión. Hay cosas que si el escritor las piensa mucho, le sale un pan como una oblea. Estoy harto de leer artículos de prensa, sobre todo en periódicos localistas, que son un rosario de lugares comunes tendentes a que su autor pueda “salir en los papeles” por pura egolatría, aunque estén carentes de interés. Pongo un ejemplo. Hoy en Diario de Teruel, cuenta Raquel Fuentes: “Así como pasan los años las vacaciones se alejan más del concepto de eternidad con el que se veían en la infancia y se acercan al de suspiro. Un visto y no visto en el que hemos pretendido desconectar, descansar, divertirnos, reencontrarnos con pareja, familia y amigos, viajar, reconectar, leer, no hacer nada, practicar deportes de riesgo, tomar el sol, cocinar, ver puestas de sol, conocer chiringuitos y restaurantes, bailar, rebozarse en arena, conocer algún lugar nuevo, volver a casa, ir a las fiestas del pueblo, vivir un amor de verano o conocer al hombre de tu vida… entre otras expectativas”. Todas esas cosas no dejan de ser de una vulgaridad aplastante. Sabernos que las vacaciones duran poco en casa de aquel que es escaso de recursos, que de lo que se trata es de adquirir morenez en la playa (que es gratis) y, más tarde acudir a las fiestas del pueblo, para el que tenga pueblo al que acudir, y ser el orgullo de los lugareños que están más morenos si cabe, pero de otro moreno distinto, nada yodado, el que se adquiere ayudando en las faenas del campo. Por lo general, el columnista de periódicos provinciales y provincianos, no se “moja” en temas que podrían comprometerlo y deben ser otros los que lo hagan. Aragón cuenta con más de 60.000 funcionarios y una gran parte de ellos están en Teruel, al ser capital de provincia. Por otro lado, Diario de Teruel pertenece a la Diputación Provincial, con lo que la publicidad institucional de ese diario retorna ese organismo. Yo me lo guiso... Alegaron, al expulsar de la dirección y del diario a Chema López Juderías, que ese periódico arrastraba importantes pérdidas. Y pusieron a otro director, además con función de gerente, a un tal José Ramón Vicente Casino, con miras a que diese un giro copernicano y pudiese reducir el déficit acumulado en la parte que le tocaba, en la conducción de ese diario. No dudo de las capacidades del nuevo director-gerente para dirigirlo. Profesionalidad se le supone. Pero, ¿cree Joaquín Juste, presidente de la DPT, alcalde de Lidón y militante del PP (que asumió el cargo con la ayuda de Teruel Existe y el Par) que todo va a cambiar en algo? En una entrevista en ese diario (18/07/23) señalaba Juste: “Estos últimos cuatro años se han podido ejecutar inversiones porque había un remanente potente de más de 25 millones, pero a partir de ahora que ya volvemos otra vez a tener deuda, a no tener remanente y que, seguramente, a partir del año 2024 las normas fiscales se van a modificar, va a ser más difícil salirnos de la senda de la ordenación económica. Al final para vivir en el territorio se necesitan servicios y los servicios llegan a través de las comunicaciones”. Si, y de la buena gestión de los encargados de administrar el dinero de todos. Al preguntarle sobre la situación económica de la Diputación, contestó: “Cuando Carmen Pobo llegó aquí en 2011, la deuda de la Diputación estaba en torno a los 67 millones de euros, muy por encima de lo que es un presupuesto ordinario. La situación era complicadísima, hubo que hacer muchos ajustes, esfuerzos y renuncias, pero en ocho años pasamos de esos 67 millones de deuda a tener tanto remanente como deuda. Fueron cuatro años de gobierno de Carmen Pobo y cuatro de Ramón Millán, del Partido Aragonés, en el que el Partido Popular estuvo de vicepresidente. Si hubiéramos amortizado en 2019 hubiera quedado la deuda a cero, no se hizo porque la penalización por amortización anticipada era mayor que los intereses, por tanto no era económicamente viable, pero el dinero estaba. Ahora volvemos a tener deuda ya, ese dinero se ha gastado y se mantiene la deuda que dejamos  más algo más de seis millones de euros de préstamo que se sacó en esta legislatura. No es la situación del 2011, pero no es buena”. Con esos mimbres no puede hacerse un buen cesto y Joaquín Juste lo sabe. Y la primera solución de emergencia, aunque infantiloide, ante el acumulado déficit fue matar al mensajero. A J.R. Vicente Casino, al que no conozco, le diría que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. Los políticos tienen la costumbre de poner en marcha el ventilador para neutralizar  reproches. Por todos es sabido que hay dos formas de enfrentarse a las críticas: argumentar para desactivarlas, o encender el ventilador para que la mierda salpique tanto que te haga menos visible. Matar al mensajero viene de antiguo. Ya en “Vidas paralelas” cuenta Plutarco, historiador y filósofo griego, que, cuando un mensajero llegó con la noticia de que se acercaba Lúculo al frente de un poderoso ejército causó tanto disgusto a Tigranes, emperador armenio, que ordenó que le cortaran la cabeza. Nadie más se atrevió a decirle que la guerra se iba perdiendo por temor a correr la misma suerte. Me viene a la cabeza el chascarrillo de aquella mujer que le dijo al marido: “Mañana voy a matar un pollo por nuestro aniversario de boda”. Y le contestó el marido: “¿Y qué culpa tiene el pollo?  Mata a tu primo, que fue él que nos presentó”.

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