jueves, 22 de agosto de 2024

El órgano de Cabra de Mora

 

 


Un grupo de ciudadanos pertenecientes a la asociación cultural ‘Abad Zapater’ pretende restaurar el órgano de Cabra de Mora que data de 1788, ubicado dentro de la iglesia de san Miguel Arcángel y que lleva más de un siglo sin funcionar. Le faltan tubos y la madera sufre carcoma. Sobrevivió a la Guerra Civil pero su estado actual es lamentable. Señalan los miembros de esa asociación que “su cañutería fue expoliada en parte. Lo que queda de ella está doblada y los registros y tiradores también se encuentran en muy mal estado de conservación”. Cabra de Mora, en la comarca Júdar-Javalambre, se encuentra a 1.085 metros de altura sobre el nivel del mar, a 51 kilómetros de Teruel y solo cuenta con 70 habitantes. A mi entender, su actual alcalde, el egabrense (gracias al latín) Samuel Monleón Montesinos, que milita en las filas del PAR, debería ponerse en contacto con el presidente de Aragón y con el presidente de la Diputacion turolense, Joaquín Juste, ambos militantes del PP, en un intento de buscar una fórmula económica para la reparación de ese órgano descacharrado. Y si consiguen ponerlo operativo, habrá que buscar un organista al estilo de maese Pérez, que tocaba en la iglesia del convento de santa Inés, en Sevilla y al que Bécquer le dedicó una leyenda. Aquel órgano, muy deteriorado, fabricado por Francisco Pérez de Valladolid sobre 1757, fue restaurado en 2017 por Abraham Martínez y Jorge Anillo según  proyecto de la 'Fundación Alqvimia Musicae'. Para su reparación fue necesario desmontarlo y trasladarlo hasta Alcalá del Río. Tuvo una reforma en 1903 poco acertada. En el texto becqueriano de 1861, maese Pérez murió interpretando una música sublime en la Misa de Gallo y, tras ello, su espectro produjo que el órgano sonase del mismo modo aunque no hubiese nadie tocando. El convento de santa Inés fue fundado en 1374 por María Coronel, viuda de Juan de la Cerda, cuando tomó el hábito de las clarisas. A mi entender, ahora, cuando el papa Francisco acaba de recibir en audiencia a Azcón, Chueca y Escribano, es el momento propicio para entablar conversaciones, o sea, antes de que se enfríe la fiebre mística de esos políticos de la derechona de escapulario y alcanfor recién llegados de Roma.

 

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