sábado, 17 de agosto de 2024

Hablar por no callar

 

Existen varios dialectos derivados de la lengua leonesa: el patsuezu en León, el rionorés en Zamora o la Palra del Rebollal en el suroeste de la provincia de Salamanca, formada por los municipios de Navasfrías, El Payo, Robleda, Peñaparda y Villasrubias en el suroeste de la provincia de Salamanca, y se engloban lingüísticamente dentro del leonés oriental, junto al extremeño, el sajambriego o el cántabro. Todos esos dialectos están contemplados en el artículo 5.2 del Título Preliminar del Estatuto de Autonomía de Castilla y León. Pero, curiosamente, no ha salido un euro de las arcas públicas para conservar la lengua leonesa y sus diferentes dialectos de las tres provincias, quizás por evitar motivos de segregación. Desde Valladolid parece ignorarse que el astur-leonés es común al castellano, al gallego y al catalán. Y no caen en la cuenta de que el llionés (mezcla de gallego y castellano) tiene su propia gramática,  fonética y vocabulario. En la actualidad, el llionés únicamente se habla en Asturias, León, la comarca de Sanabria y Miranda de Duero (Portugal). Por desgracia está en peligro de extinción. Algo parecido sucede con el bable, que es una variante del astur-leonés hablada en Asturias. Todo lo que aquí cuento viene a colación con “cosas” que leo cada mañana en Diario de León, el periódico que dirige con profesionalidad y rigor Joaquín Sánchez Torné. Y esas “cosas” siempre brotan entre las páginas de ese prestigioso diario merced a los geniales trabajos de Pedro García Trapiello y su forma de contar hasta lo más nimio. Hoy, bajo el epígrafe “M’han echau”, señala: “M’han echau, m’han condenau al ostracismu, m’han arrojau a les tiniebles exteriores, m’han segau la sebe con hocil garrulo y de cuajo hasta por bajo del tocón. Como en cueritos me estoy viendo. Ay, diosmío, qué vergüenza, ¿cómo salgo yo ahora a la calle?...”. El autor del artículo hace referencia al grupo “Unidad leonesa”, de donde le acababan de expulsar por escribir un texto que no le había gustado a un tal Andrés Fernández, de UGT, un maestro industrial que trabajó en Montajes Nervión y que, por si no lo recuerdan, asistió a la reunión constitutiva de la gestora para la reorganización del PSOE en León, celebrada en noviembre de 1975 en la ‘cafetería La Canasta’ de la calle Ramiro Valbuena. Hay aparentes amigos, Pedro, que creen estar en poder de la cuerda de trenzado de una ominosa checa; y que, cuando desaparecen de tu vida, no sabes lo que ganas. Estaría bueno que cualquier ciudadano no pueda escribir, siempre con el debido respeto, lo que le venga en gana.

--Por cierto, Pedro, ¿ese tal Andrés Fernández y Fernández era hermano de Óscar Fernández y Fernández, asturiano de nación y propietario del ‘bar Caudal’, en el barrio Puente Castro?

--¿Por qué lo dices?

--No, por nada, es hablar por no callar.

 

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