sábado, 24 de agosto de 2024

Técnicos, ¿de qué?


 

Cuando todavía está fresca la tinta de mi último blog (hace solo unas horas) sobre la caída de un gran pino en el zaragozano Paseo de la Ribera hace sólo dos días, me entero de que hace solo unas horas, hoy sábado, se acaba de caer otro árbol (que no es un pino, precisamente) en el Camino de las Torres. Por fortuna, ninguno de ellos cayó sobre viandantes ni hubo que lamentar desgracias personales. Pero son dos avisos serios en dos días casi seguidos por el descuido del Ayuntamiento de Zaragoza, responsable de todo cuanto sucede en la vía pública. Los técnicos municipales, en el caso del pino caído el pasado jueves, manifestaron sin despeinarse que la causa fue “una espiralización del sistema reticular del árbol”. Bueno, vale. ¿Y lo sucedido este sábado? Seguro que esos técnicos tienen otra explicación desconocida para el común de los mortales, para justificar su ineludible responsabilidad. La alcaldesa Chueca, no me canso de decirlo, debería ponerse manos a la obra para detectar qué árboles están sanos y cuáles habría que talar en evitación de males mayores. Ignoro quiénes son los técnicos y qué pintan en esta historia macabra, además de cobrar todos los meses con cargo al contribuyente. Ya basta de folclorismos trasnochados, de vistas a Roma para hacerse una foto con el papa Francisco vestida de negro como si fuese una actriz secundaria  de “La casa de Bernarda Alba”,  de derroches con dinero público en un nuevo campo de fútbol para un mediocre equipo de segunda división y de la entrega de dinero público a la Tauromaquia por exigencias de Vox, su socio indeseable. Pero todo tiene un límite. El día que haya una desgracia por la caída de una rama o de otro árbol en espacio público, que será más pronto que tarde, no servirá de nada contar milongas a la prensa por evadir responsabilidades, o echarle la culpa al árbol por una “espiralización en su sistema reticular”. Como decía un sargento cuando fui obligado a hacer la mili y a jurar la bandera fascista,  “la bala de cañón no cae por la fuerza de gravedad, sino por su propio peso”. Y los árboles, ¿por qué se caen? Los zaragozanos, también quiénes nos vistan, merecemos estar seguros en los espacios públicos, tanto por parte de la Policía Local como de esos técnicos de no sabemos qué, cuya negligencia parece demostrada. Y esa seguridad exigible por parte de los ciudadanos debe primar sobre el folclore, la Tauromaquia, el fútbol, las ofrendas florales de octubre, los rosarios de Cristal, las jotas casposas y las invitaciones al jefe de la Iglesia Católica para que visite a una ciudad sucia, llena de grafitis, mal barrida, peor regada y con un fétido olor proveniente de unas alcantarillas que nunca se limpian. Pronto, si no se remedia, deberemos salir a la calle con casco protector, aun a sabiendas de que en caso de caídas de arbolado no sirva para mucho. Si yo presidiese la Alcaldía, me moriría de vergüenza ante tanta desidia.


 

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