sábado, 3 de agosto de 2024

Humo de caliqueños

El 20 de diciembre de 2022 dejé constancia en mi blog “In púribus” de que ya casi no quedan viejas tabernas.Las tabernas – así lo contaba en aquella ocasión- están desapareciendo como las hojas de los árboles en invierno. También aquel olor característico a odres, barriles, porrones, vermú casero, sardinas de tabal y vinagrillos, entre hombres vocingleros con boina, pelliza y humo de "farias" o de "ideales", aquel "caldo" al que había que cambiarle el papel agujereado por las trancas del tabaco y que duraba entre apagado y encendido medio partido de fútbol televisado”. Detrás de la barra, casi siempre muy alta, de zinc y con altillo tubular para posar un pie, había un tabernero con mandil azulón despachando vino infame y dando palique. Al fondo del local solía estar junto a una pared el ‘juego de la rana’, o un  billar, o un futbolín, o un  póster con el histórico gol de Zarra  (que no se llamaba Zarra sino Telmo Zarraonandía) en un partido España-Inglaterra en el Mundial de Brasil, un 2 de julio de 1950. Eran los tiempos gloriosos de Ramallets, Puchades, Basora, Gaínza, Gonzalvo III, Panizo… Hasta Franco envió un telegrama al equipo español que decía textualmente: “Al terminar la retransmisión con que seguí el emocionante encuentro y brillantísimo triunfo, os envío mi entusiasta felicitación por vuestra técnica y coraje en defensa de nuestros colores. ¡Arriba España!”. El éxito hubiese  quedado perfecto si Franco le hubiese otorgado a Zarra el ‘Condado de Manacaná’. No hay que olvidar que con la promulgación el 27 de julio de 1947 de la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, este país vino a constituirse en ‘reino sin rey’ y, en consecuencia, el jefe del Estado se arrogó el derecho de reconocer, renovar, rehabilitar y conceder títulos nobiliarios; quizás, más que por su deseo de agradecer las ayudas prestadas durante la guerra, por incomodar y humillar al pretendiente al Trono, Juan de Borbón, a quien Franco le tenía un odio africano desde el Manifiesto de Lausana de 1945. Debo aclarar que la expresión “odio africano” carece de connotaciones racistas, ya que parte de cuando Roma ganó las Guerras Púnicas con la puntilla final de la batalla de Zama (en octubre del año 202 a. C.) invadiendo el norte de África tras catorce años de guerra, destruyendo Cartago tras una arriesgada maniobra ideada por el general, más tarde cónsul, Publio Cornelio Escipión, contra los cartagineses y apresando a sus ciudadanos, a quienes posteriormente vendieron como esclavos. Además de ello, los cartagineses quedaban obligados a pagar el tremendo coste bélico en los siguientes cincuenta años. Hay odios que no constituyen delito alguno ante la injusticia manifiesta. Amar y odiar forman parte de nuestra naturaleza. Lo de 'poner la otra mejilla' lo dejo para los meapilas y funcionarios del Cielo de diverso rango, con nula empatía y escaso entendimiento, los que predican pero no dan al prójimo ni un celemín de trigo, que son legión. Yo, al menos, así lo entiendo.

 

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