miércoles, 7 de agosto de 2024

Tiempo le pido al tiempo...

 

 


No pasa día sin que un diario aragonés "independiente" cuente a los lectores cómo van los avances del derribo del viejo estadio de La Romareda, donde jugaba un equipo de Segunda División llamado Real Zaragoza. Propongo a la alcaldesa Chueca que trate de vender trozos pequeños de hormigón del viejo estadio a los  aficionados que tanto lo añoran, como hicieron los alemanes con el Muro de Berlín que tanto odiaban. Tal vez, con lo recaudado de esa manera podría abaratarse en algo el nuevo y flamante estadio y el estadio bis, que ambos van a costar a los zaragozanos un Congo. Recuerdo cuando el concejal socialista García-Nieto, siendo alcalde González Triviño, señalaba en la prensa local que ‘el Auditorio no iba a costar un duro’ (entonces no estaba establecido el euro) a los zaragozanos’. Pero el resultado final fue otro, es decir, sobrepasó con creces 6.700 millones de pesetas de entonces, que salieron de las arcas municipales. Ahí no hubo ‘maestro armero’ que pagase la abultada cuenta. Y así todo. La alcaldesa Chueca es una administradora y su obligación es tener las calles limpias, controlar los ruidos de las terrazas de los bares, intentar que los barrios sean agradables y sin grafitos, que en los comedores de las escuelas públicas el menú sea decente, que los autobuses urbanos funcionen con regularidad, que las arquetas de las alcantarillas estén limpias, que la Policía local se apee de los coches y caminen por las acera de los barrios, etcétera. En suma, que se invierta bien el dinero que reciben por múltiples conceptos. La nueva Romareda, que a mí me conste, no es una prioridad, sino la promesa que  llevaba Azcón en su programa municipal para alcanzar la Alcaldía con el apoyo de una ultraderecha, y que ahora, en el Gobierno de Aragón, le ha salido rana. La folclórica Chueca no ha hecho cosa distinta a tomar el testigo en una carrera de relevos, también ayudada por Vox, y ha abierto el grifo de los despilfarros. Tampoco, por supuesto, se debe conceder dinero del contribuyente a espectáculos taurinos (que fue otra exigencia del partido fascista que les prestó su ayuda envenenada). Quien se acuesta con un niño pequeño se levantará mojado y a aquel que necesita la ayuda del fascismo para poder mantenerse en el sillón con vara de mando no le arriendo la ganancia. Puede acabar -Dios no lo quiera y yo tampoco- encorrido a varazos, pero con varas de fresno, como la que llevaba el pitudo alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, en 1808.Tiempo le pido al tiempo, que tiempo el tiempo me dará. Pero sarna con gusto no pica al sarnoso. Ahora aparecen chinches en varias salas de butacas de un cine céntrico. ¿Quién controla la higiene de los locales de espectáculos? ¿En manos de quiénes estamos? Me hago cruces.Ya saben aquello que cantan los bilbilitanos por san Roque: "Qué mierda llevas Calatayud. Si la has cogido, pa tú, pa tú".

 

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