domingo, 7 de agosto de 2016

Como en las películas de John Wayne





Pues miren, fíjense, yo hasta dudo que a Pedro Sánchez le interese España. Sabe que si fracasa Rajoy en su investidura, le tocaría a él intentarlo de nuevo, ahora con la ayuda de Unidos Podemos, que espera como el buitre en el otero a que muera el herido caballo en el desierto de Arizona para que comience su festín. Sí, eso que están ustedes pensando, igualito que en las películas de John Wayne en el género Western. Cuando murió el actor, en 1979, su viuda, Pilar Palette, ordenó que su cuerpo fuese enterrado en una sepultura anónima, en evitación de algún desaprensivo pudiese profanarla. En otro espacio del mismo cementerio, con tumba vacía, se esculpió en castellano el siguiente epitafio: “Feo, fuerte y formal”. Pues bien, a lo que iba. Lo que en realidad desea Pedro Sánchez, aún suponiendo que su Gobierno durase cinco meses, es lo que viene luego, es decir, pasar a la historia, ser expresidente con las guindaleras inherentes a los “jarrones chinos”, el derecho a ser miembro vitalicio del Consejo de Estado y disponer de dos abultadas pagas, como Rodríguez Zapatero, por los siglos de los siglos, amén. Sánchez tiene un cierto atractivo para las mujeres y es de cuerpo atlético, pero pongo en duda su formalidad. Según José Oneto, “Unidos Podemos discurre por otra galaxia, están asumiendo que el poder ni se escala ni se asalta, que es algo más complicado y tienen que atender a sus propias tensiones internas que no son pocas y que se irán ensanchando a medida que se instalen en las instituciones. Forman un cuadro de inmovilistas que pretenden que otros les hagan el trabajo; gente sin más proyecto que resistir y esperar que las uvas caigan cuando estén muy maduras, por la ley de la gravedad”. A eso llama Iglesias “tocar el cielo con la mano”. Si no pudo der el sorpasso por activa, lo podría ser por pasiva. ¿Cómo? Fácil, socavando el carisma de los socialistas, como de hecho ha acontecido en las urnas desde los tiempos de Pérez Rubalcaba (el químico que tanto sabía de catalizadores y al que tan mal le fue de secretario general), hasta lograr alzarse con el santo y con la peana. Podemos ya fagocitó a Izquierda Unida (al conseguir que Alberto Garzón y su combo enganchasen los vagones a su convoy la hora de acudir a las urnas) y ahora espera “utilizar” al actual PSOE, conocido su delicado estado de salud, como catalizador necesario para intentar alcanzar su meta. Entonces, en el supuesto de ser así, volveríamos al bipartidismo, pero con otros protagonistas más enconados ya instalados en los escaños del Hemiciclo. Pero, como en las películas de John Wayne, antes debe morir el equino herido para que comience el gaudeamus de las aves de rapiña.
                                                                                      

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