No se deben convertir a los vecinos de cualquier municipio
en vigilantes y delatores de transgresiones ajenas. Lo que señalo viene a cuento
con lo que acontece en Barcelona, donde su alcaldesa, Ada Colau, invita por carta a los vecinos de determinadas zonas
turísticas para que delaten cualquier sospecha de su entorno en lo referente a
alquileres de pisos y apartamentos. No se puede ni de debe trasladar al
ciudadano una responsabilidad que compete al Ayuntamiento. A mi entender,
corresponde a la Policía Urbana
detectar cualquier anomalía que pueda producirse utilizando métodos ajustados a
la legalidad. A nadie se le escapa que existen muchísimos pisos y apartamentos
turísticos alquilados durante los meses de verano. Para ello, nada mejor que
hacer un somero repaso por los “anuncios por palabras” de los periódicos de
papel. Es fácil, sólo hay que llamar por teléfono y conocer las pretensiones
económicas del posible arrendador. Así se sale de dudas. Los vigilantes y
delatores me recuerdan los tiempos de las grandes ciudades en la época ya
lejana de nuestra Guerra Civil. El chivato, como el pelota, siempre ha sido un
ser despreciable. Como decía Arturo
Pérez-Reverte, “la Guerra Civil
está zanjada y resuelta, lo que no está
resuelto es España, y como no lo hemos conseguido, usamos todo como arma
arrojadiza: la religión, la memoria, la historia, los tercios de Flandes, Felipe II, la Guerra Civil, y el 98”. (…) “Hay que dar a los jóvenes
elementos para defenderse frente a la estupidez “. (Entrevista de Karina Sainz Borgo en Vozpópuli, 23/11/15). En el blog “Memorias de Getxo”, se cuenta que en aquellos oscuros tiempos al
menos “los chivatos eran premiados, se les daba un puesto de trabajo y el
perdón para algún familiar detenido”. El mismo Premio Nobel de Literatura, Camilo J. Cela, tiene algún borrón
oscuro en su trayectoria vital. Se ofreció, sin que nadie se lo pidiese, para ser un informador del Cuerpo de Investigación y Vigilancia, es
decir, en chivato de la represión franquista. Su carta fechada el 30 de marzo
de 1938 no deja lugar a dudas:
EXCELENTÍSIMO SEÑOR COMISARIO GENERAL DE INVESTIGACIÓN Y VIGILANCIA. El
que suscribe, Camilo José Cela y Trulock, de 21 años de edad, natural de Padrón
(La Coruña) y
con domicilio en esta capital, Avenida de la Habana 23 y 24, Bachiller Universitario (Sección
de Ciencias) y estudiante del Cuerpo Pericial de Aduanas, declarado Inútil
Total para el Servicio Militar por el Tribunal Médico Militar de Logroño en
cuya Plaza estuvo prestando servicio como soldado del Regimiento de Infantería
de Bailén (nº 24), a V.E. respetuosamente expone: Que queriendo prestar un
servicio a la Patria
adecuado a su estado físico, a sus conocimientos y a su buen deseo y voluntad,
solicita el ingreso en el Cuerpo de Investigación y Vigilancia. Que habiendo
vivido en Madrid y sin interrupción durante los últimos 13 años, cree poder
prestar datos sobre personas y conductas, que pudieran ser de utilidad. Que el
Glorioso Movimiento Nacional se produjo estando el solicitante en Madrid, de
donde se pasó con fecha 5 de octubre de 1937, y que por lo mismo cree conocer
la actuación de determinados individuos. Que no tiene carácter de definitiva
esta petición, y que se entiende solamente por el tiempo que dure la campaña o
incluso para los primeros meses de la paz si en opinión de mis superiores son
de utilidad mis servicios. Que por todo lo expuesto solicita ser destinado a
Madrid que es donde cree poder prestar servicios de mayor eficacia, bien
entendido que si a juicio de V.E. soy más necesario en cualquier otro lugar,
acato con todo entusiasmo y con toda disciplina su decisión. Dios guarde a V.E.
muchos años. La Coruña
a 30 de marzo de 1938. II Año Triunfal. Fdo. Camilo José Cela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario